La muerte de Bin Laden provocó una ola de euforia y celebración en EEUU, pero también ha incrementado el temor a las represalias con atentados contra objetivos estadounidenses para vengar al líder terrorista, especialmente fuera del país. Por eso, el Departamento de Estado puso en alerta a todas sus embajadas y misiones diplomáticas ante el temor de que se produzcan ataques violentos y ha recomendado a sus ciudadanos en el exterior que extremen las precauciones. Esta misma preocupación se extendió a Europa y otros países del mundo que también han redoblado sus medidas de seguridad. La mayoría de los líderes mundiales se han congraciado con la muerte de Bin Laden pero, al mismo tiempo, han reconocido que la guerra contra el terrorismo continúa y que la desaparición de Osama puede desatar una ola de venganza. “Dada la incertidumbre y la volatilidad de la situación actual, recomendamos fuertemente a los ciudadanos que están en áreas donde pueden producirse conatos violentos en contra de EEUU que no salgan de sus casas y hoteles, y eviten reuniones públicas y manifestaciones”, señala la alerta de viaje emitida ayer. Las autoridades norteamericanas han incrementado las dotaciones policiales y la vigilancia en infraestructuras claves, como los puertos y aeropuertos que dan servicio a Nueva York, así como en la red de metro de la Gran Manzana y de la capital estadounidense. Otras grandes ciudades, como Filadelfia y Los Ángeles, también están extremando la vigilancia, aunque no existe una amenaza concreta, según las autoridades. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, recordó ayer que el triunfo histórico que supone para EEUU la muerte de Bin Laden “es un hito en la lucha contra el terrorismo pero la batalla contra Al Qaeda continúa y no termina con la muerte de su mentor y principal líder”.
