Una hora antes de que los alumnos y profesores abrieran el portón del Colegio Central Universitario, ya había dos camionetas cargadas con computadoras en desuso esperando para deshacerse de las cargas. Esa fue la señal de lo que vendría: la segunda edición de la Campaña de Recolección de Basura Tecnológica de esa escuela superó las expectativas de los organizadores, al recolectar 2,5 toneladas de objetos en siete horas, 1.000 kilos más que la reunida el año pasado. La iniciativa nació para generar conciencia ambientalista en el alumnado, pero también se convirtió en una alternativa para que empresas, facultades y particulares se deshicieran de su basura tecnológica.
Monitores, CPU, celulares y teclados fueron los objetos más recibidos, pero también hubo impresoras, lectoras, televisores o calculadoras. A su vez, entre la mesita que los chicos armaron para inventariar todo lo que recolectaban y el camión de acopio, integrantes del Centro de Reacondicionamiento de Computadoras buscaron partes útiles que pudieran servir para sus cursos, mientras que también se benefició un grupo de robótica y unos docentes de Artes, para usar objetos en unas obras. Esto, porque la campaña también tuvo como objetivo la donación de los elementos que pudieran ser reutilizables.
El resto será enviado a una empresa mendocina especializada en reciclar basura tecnológica. Según explicó Natacha Benavente, unas de las promotoras de la campaña junto a Virginia Carrillo, no existe en San Juan una firma que se encargue del procesamiento de la chatarra tecnológica, así que tuvieron que coordinar con esa recicladora mendocina.
‘Para procesar este tipo de basura cobran $1 por kilo, pero como somos un colegio acordamos la mitad. Esta campaña no fue pensada para obtener beneficios, sino para generar conciencia, para involucrar a los chicos en una causa y también para que aprendan a desprenderse de lo que no sirve’, apuntó Natacha.