Ayer, alrededor de las 11, las personas que transitaban por calle Estados Unidos, entre Santa Fe y General Paz, se encontraron con una escena de película: un hombre corpulento permanecía tirado bajo un colectivo de la línea 7 de la empresa La Marina. Estaba frente a una de las ruedas delanteras, con una mitad del cuerpo bajo la sombra que le daba el vehículo y la otra, al rayo del sol. Era Víctor Hugo Fernández, un vendedor ambulante que tiene un puesto en la vereda de la Terminal de Omnibus y decidió lanzarse frente al micro después de que los inspectores de la Municipalidad de la Capital le decomisaran la mercadería. Recién tras 20 minutos, abandonó su protesta.
En la Capital la venta ambulante está permitida si el vendedor camina con la mercadería a cuestas, pero está prohibido tender los productos que se ofrece en el suelo o colocarlos sobre una mesa o stand. Esto es justamente lo que hace Fernández, quien tiene un puesto construido por él mismo en la vereda de la Terminal, donde vende repasadores, medias y gorras, junto a algunos de sus 11 hijos. Por eso, los inspectores de la Municipalidad de la Capital, tras discutir con el hombre para que abandonara el lugar, le decomisaron la mercadería. A partir de ahí, empezó el caos.
Después de escaparse de la Policía, Fernández corrió y se tiró frente a uno de los colectivos de línea que pasaba. Por suerte, el vehículo circulaba despacio, porque recién doblaba y estaba a punto de cargar pasajeros. Así, Fernández no se hizo ni un rasguño.
Lo que sí generó el vendedor, además del susto en todos los testigos, fue caos en el tránsito. El micro quedó parado en medio de la calle Estado Unidos, justo pasando la ochava, y un poco cruzado. Para evitar accidentes, la Policía decidió cortar el tránsito por esa calle desde la intersección con General Paz. Y eso ocasionó también inconvenientes a las ambulancias del Hospital Rawson, cuyo servicio de emergencias está justo enfrente. Como consecuencia, en vez de salir del edificio por Estados Unidos, las ambulancias tuvieron que girar en U dentro del patio del hospital y salir por General Paz.
A pesar de los reclamos de la Policía, los compañeros del vendedor y los transeúntes, que pedían que el hombre se pusiera de pie y abandonara la calle, Fernández se resistió y permaneció unos 20 minutos tirado sobre el asfalto, según quienes estaban en el lugar. Al final, ya le habían puesto hasta una campera bajo la cabeza para que estuviera más cómodo. El hombre decidió dejar su reclamo recién cuando se dio cuenta de que no le iban a devolver la mercadería. Y aseguró que va a seguir trabajando en el lugar. "Voy a volver todos los días, porque este es el único trabajo que puedo hacer", aseguró.

