La minería era antiguamente un trabajo rudo, masculino, que requería de gran fuerza y que investía un alto riesgo. En pocas palabras, una actividad reservada sólo para hombres. Sin embargo, la llegada de la nueva minería, con sus altos estándares de seguridad junto con los avances tecnológicos y técnicos que especificaron las tareas hicieron que la mujer comenzara a ganar cada vez mayor terreno en esta pujante industria. En la provincia de San Juan los números demuestran esta tendencia, ya que en los últimos 25 años, la proporción de mujeres con respecto al total de trabajadores en la minería aumentó 7 veces. Esto implica que la relación del empleo femenino en el sector metalífero creció del 0,66% a fines de 1989, al 5% de empleo en 2014. El porcentaje puede parecer bajo en relación a países como Australia o Canadá que rondan el 15% de ocupación femenina en minería, pero es un número importante ya que la provincia coincide con la tendencia que presentan países latinoamericanos con una gran tradición minera como Perú y Chile. Y es a la vez un dato significativo para el crecimiento del sector, que hoy mismo conmemora el Día del Trabajador Minero.

Fuentes de la Cámara Minera de San Juan confirmaron que en 1988-1989, cuando la provincia se encontraba en una gran etapa de exploración metalífera, sólo 2 mujeres cumplían funciones administrativas, entre poco más de 300 mineros en actividad. Incluso estaban impedidas de subir a los yacimientos porque el seguro ‘no cubría eventuales riesgos‘. El tiempo pasó y la evolución de la industria comenzó a abrir las puertas a las mujeres que también fueron ganando terreno en los claustros universitarios titulándose en carreras antiguamente abocadas sólo a hombres como Geología, Ingeniería en Minas e Ingeniería Química.

Las labores en las que fueron incursionando las mujeres abarcaban trabajos de exploración, explotación y manejo de maquinaria pesada, además de tareas administrativas. Es así que actualmente la minería metalífera de la provincia concentrada en las tres minas en actividad brinda trabajo a 273 mujeres, que representan el 5% del total de 5.300 trabajadores mineros locales.

La evolución laboral femenina se evidencia en la mina jachallera Gualcamayo, que posee actualmente 72 mujeres mineras entre personal directo y proveedores. A su vez, la mina de oro Veladero, la más grande de la provincia, alberga laboralmente a 153 mujeres entre empleadas directas de Barrick y proveedoras, de un total de 3.800 trabajadores. Por su parte, la mina calingastina Casposo actualmente cuenta con 70 mujeres (entre directas y contratadas) de un total de 500 empleados, es decir, es la mina con mayor proporción de presencia femenina, es decir cerca del 14%.

Sin embargo, aún hay lugares en el país donde se mantiene la antigua tradición de impedir a cualquier mujer el ingreso a un yacimiento para evitar así que se enoje el dios de los mineros. Esto se puede ver, por ejemplo, en la mina de carbón Río Turbio, provincia de Santa Cruz, donde las mujeres sólo pueden entrar a la mina el 4 de diciembre para rendir tributo a Santa Bárbara, patrona de los mineros.

Distinto es en San Juan (ver página 9), donde la mujer está cada vez más abocada a la industria minera, algo que hoy en día la lleva a subirse a una retroexcavadora, un camión fuera de ruta o a realizar estudios geológicos y así desplegar todo su detallismo, inclinación por el orden y manejo de seguridad, factores que según las empresas mineras ‘las hacen destacarse‘ entre sus empleados.