‘Donde está Dios, yo estoy y sigo al Padre Betancourt a todas partes‘, decía Carmen Videla. Ubicada en las primeras filas, no dejó de animar a la gente que la rodeaba a cantar y bailar. ‘Le debo todo lo que soy a Dios. Estoy aquí firme y de pie, después de que él me dio una segunda oportunidad. Hace más de cinco años, pude superar una situación personal muy difícil. La fe todo lo puede‘, comentó.
La mujer fue una de las fieles más entusiastas en la ceremonia y no pudo disimular las lágrimas y la emoción, en los momentos de oración y durante la prédica de Betancourt.