Los habitantes del Quinto Cuartel consideran que los ‘lunes tonaderos’ vienen desde la década del ’20. Es probable de que estas reuniones tengan más de 90 años de antigüedad. Pero nadie sabe a ciencia cierta cuándo empezó todo. Eso sí, muchos relatos de los paisanos coinciden en que la costumbre nació en la esquina de la Calle 8 y calle Costa-Canal. Dichas reuniones se llevaban a cabo en el almacén de ramos generales del vecino Nicolás ‘Nene’ Botta. La memoria no le falla a don Víctor Páez y recuerda que su padre, Pablo Antonio ‘El Gringo’ Páez (nacido en 1922) ya frecuentaba de chico en aquellas juntadas de los lunes. Antes de guitarrear, en el almacén de Don Botta se hacía la clásica picadita del mediodía y después las guitarras sonaban hasta el amanecer del día siguiente. Las tonaderas resultaron ser muy populares convocando a cientos de trabajadores. Los mineros de las caleras, los peones rurales, comerciantes, estudiantes, jóvenes y abuelos. La excusa de la juntada era comer un asadito, una picada o lo que podía llevar cada uno. Pero se guitarreaba toda la noche y el martes siguiente, la rutina cotidiana seguía con total normalidad. Pasaron muchos artistas legendarios del canto cuyano, entre ellos Juan Funes, Justo Pastor Domínguez y Miguel Martos, nada menos que los que escribieron y musicalizaron la famosa tonada ‘Allá en el Quinto Cuartel’, que habla de un crimen amoroso que cometió el esposo de una bella joven contra su amante y la sangre de aquella venganza se derramó precisamente en esa esquina de Calle 8 y Costa-Canal, la misma donde habría nacido la conocida tradición ‘lunera’.

Juntarse a cantar tonadas al aire libre, entre asados, picadas y vinos pateros todavía sigue siendo hoy una práctica constante; con la intención de charlar las anécdotas jocosas de los fines de semana, las resacas de las peñas, cumpleaños y trasnochadas, los partidos de fútbol entre Picón, Atenas o Deportivo Aberastain. Y cuentan que en otro lugar de Pocito, (Calle 19 y Vidart) hay más guitarreros, pero se juntan los sábados en un lugar llamado ‘El abanico’.

Sin embargo, existe también otro grupo que recreó su propia versión de los ‘lunes tonaderos’ en Pozo de los Algarrobos, Caucete. Hace 40 años que los vecinos de aquel distrito se reúnen a cantar tonadas y además, se organizan comunitariamente para realizar actividades solidarias. De esas reuniones surgió uno de los primeros grupos electrógenos que llegaron a Bermejo, para la Fiesta de San Expedito. Sus referentes más conocidos son los cauceteros Oscar ‘El Piojo’ Olivera y Francisco Herrera.

Estos tres espacios representan los últimos rincones protegidos para el cantar cuyano ante el vendaval de tanta cultura importada.