El bramido seguido por un inmediato apagón en Valle Fértil, ayer apenas pasadas las 15, fue interpretado por los lugareños como una ráfaga brusca de viento Zonda. Pero no era un fenómeno climático, sino una verdadera tragedia: el helicóptero provincial que trasladaba al gobernador José Luis Gioja y otros funcionarios acababa de estrellarse tras enredar su hélice en los cables del tendido eléctrico. La nave cayó a metros del lugar de donde había despegado y el cuadro, a menos de 900 metros de la plaza central de San Agustín, era infernal. Entre los fierros retorcidos de la nave caída estaba el cuerpo de la diputada Nacional y candidata Margarita Ferrá de Bartol, quien falleció en el lugar. A cinco metros estaba Gioja tirado en la tierra, conciente pero shockeado y con un dolor insoportable en el pecho. Muy cerca estaba el también diputado Nacional y candidato Daniel Tomas, con una pierna fracturada. Al lado, Héctor Pérez, coordinador de la Unidad Gobernación, no se movía y estaba todo ensangrentado. Y al otro lado, rodeado de butacas rotas y partes del helicóptero, el piloto Aníbal Touris, desparramado en el suelo y con el hombro izquierdo salido y bañado en sangre, preguntaba desencajado y con un hilo de voz cómo estaban los tripulantes.

Todo sucedió en cuestión de segundos, según contaron algunos vecinos que vieron el accidente. Fernando Torres había ido con su hijo a ver el despegue del helicóptero y vio azorado cómo se caía. En medio de una nube de polvo, fue quien corrió hasta el cuerpo de Gioja y le repetía “tranquilo, tranquilo, tranquilícese”, mientras el Gobernador le apretaba la mano y no le salía ninguna palabra del pecho duramente golpeado. Minutos después, Torres ayudaba a los bomberos y a otros vallistos a levantar la nave malograda, haciendo palanca con palos, para intentar sacar a Margarita Ferrá. Retiraron el cuerpo inmóvil, lo subieron a una tabla y lo cargaron sobre la caja de una camioneta que salió volando al hospital de San Agustín. En medio de la conmoción, aún no sabían que la Diputada y destacada historiadora sanjuanina acababa de morir.

Todas las víctimas fueron llevadas de inmediato al hospital departamental, que, como el resto del Valle, se había quedado sin luz. Pusieron a andar un generador y activaron un sector del predio para atender la urgencia. Ahí los médicos pudieron ver que Ferrá había fallecido, que Pérez era el más grave entre los sobrevivientes y que Gioja estaba muy delicado, con una lesión torácica y un episodio cardíaco que asustaba. Tanto, que el propio mandatario les hacía un pedido desesperado en medio de lágrimas: “tráiganme a mi hija, por favor…”.

Aunque había pasado menos de una hora, ya todo el departamento estaba enterado del accidente y de las personalidades que iban a bordo. A las puertas del hospital se había reunido casi un centenar de personas. La mayoría rompía en llanto y todos armaban cadenas de oración por los heridos. El lugar era un hervidero, con una custodia precaria que intentaba bloquear el acceso, y había más confusión y rumores que certezas.

Atendidas las primeras lesiones, los heridos fueron traslados al Hospital Rawson. Gioja y Pérez en el otro helicóptero provincial, Tomas y Turiz en ambulancia. Por la tarde noche se daría a conocer la otra noticia dramática: el Gobernador tenía un derrame interno en el pecho y debía ser operado. La cirugía se debió principalmente a que Gioja tenía un daño irreversible en el bazo.
Poco a poco, con la ayuda de los primeros testigos, se pudo saber qué había pasado: el helicóptero apenas se había levantado unos 10 metros del suelo cuando una ráfaga lo descontroló, lo hizo girar mal, la hélice tocó los cables y la nave dio contra un pilar de la luz, para terminar cayendo sobre su costado derecho. Las pericias deberán determinar luego si fue todo a causa del viento, o si hubo alguna falla previa en la máquina. Lo cierto es que el accidente hizo caer un telón negro que enlutó a toda la provincia (hay duelo de cuatro días a partir de hoy), en un día que había comenzado con clima de fiesta en Valle Fértil.

LA PREVIA, EL POLO OPUESTO

La gente en el Valle había amanecido de muy buen ánimo: antes del mediodía, quedaría inaugurada una antena de telefonía celular en Ischigualasto, para optimizar el servicio de comunicación a los turistas. Ese era el motivo del viaje de la comitiva oficial que encabezaba Gioja, además de un contingente de prensa, del que formaba parte DIARIO DE CUYO. Luego, en el acto central en San Agustín, las autoridades anunciaban un plan de ayuda a los ganaderos, víctimas de la sequía en el departamento.

Envalentonado, el intendente Francisco Elizondo tomaba el micrófono para pedir que también en la villa cabecera mejoraran la telefonía, y Gioja le respondía anunciando que instalarán una segunda antena para que los vallistos también puedan comunicarse con más calidad. Por supuesto, ni se les cruzaba por la cabeza que Gioja estaría dos horas después muy grave en el hospital del lugar, con Elizondo apretándole la mano y llorando.

Al término de la ceremonia oficial, los periodistas, fotógrafos y camarógrafos fueron a almorzar a un restorán enfrente de la plaza central. Los funcionarios, por su lado, llegaban a la cancha de aviación, un predio de tierra muy cercano al centro, lindero inclusive a los fondos de algunas viviendas.
Los trabajadores de los medios daban cuenta lo más rápido posible del menú del día, pollo con ensalada rusa, para volver a la Ciudad de San Juan. Menos de un kilómetro hacia el Norte, la comitiva oficial abordaba la nave roja, se ajustaba los cinturones, se preparaba para regresar.

Fue cuando en el restorán, como en todo el centro, se escuchó un crujido estrepitoso, como una explosión, y se cortó la luz. ‘Fuerte, el Zonda‘, dijeron algunos. Un puñado de periodistas salió a la vereda y allí se encontró con un colaborador del Gobierno que atendía su celular y gritaba “¡qué pasó, qué pasó!… ¡no, la put… madre!”. Y un chico que pasaba por la vereda lanzó la frase que paralizó a todos y desató el infierno: “¡el helicóptero -dijo, también a los gritos-, el helicóptero chocó con los cables!”.