No hay que remontarse a muchos partidos atrás. Hace menos de un mes las tribunas de Desamparados habían perdido el color y ya los lugares vacíos eran notorios. Pero todo cambió cuando el equipo pasó de zafar totalmente del descenso, a meterse en el pentagonal final. Ello fue una inyección para los hinchas que ayer llenaron el Serpentario de una manera tan grata que contagiaron a todos. La popular estuvo pintada de verde y blanca con globos, y el ingreso de los jugadores fue, como hace tiempo no sucedía, con fuegos artificiales. Lógicamente que las demás tribunas contribuyeron a un lleno total. Nunca se callaron y el apoyo a los orientados por Dillon nunca disminuyó. Estos también tuvieron su recuerdo para sus primos menos queridos: San Martín, para quienes fueron dedicados gran parte de sus cantos en referencia al momento que atraviesa el conjunto Verdinegro. Y entre medio de tanta euforia, un plateísta dijo que “no vengo a sufrir, porque esto es un premio extra, acá nos salvamos de perder la categoría y esto no se esperaba, así que no hay que desesperarse que esto es algo que vino de regalo, ahora si se puede ir más allá bienvenido sea”. Pero todos los que llenaron la cancha sufrieron como propias cada oportunidad desperdiciada, pero nunca insultaron a ningún jugador. Aplaudieron cuando se retiraron ya con el empate consumado, con el sabor agridulce de irse a casa sin los tres puntos, pero siempre alentando por el sacrificio de los jugadores. Aunque hubo otros hinchas, los que llegaron desde la ciudad cordobesa, que se instalaron en el arco del sector sur. Fueron cerca de 300, que con bombos y vestidos en su mayoría de celestes, aportaron lo suyo para una fiesta que se vivió en las tribunas, como hacía mucho que Desamparados no vivía.
