Los especialistas no se equivocaron al pronosticar que el otoño se iba a hacer esperar, y que recién llegaría a principios de mayo. Transcurrida la primera quincena, abril del 2009 ya es el más caluroso de los abriles de los últimos cinco años, según los datos del Servicio Meteorológico Nacional.
Hay dos tipos de registros que así lo demuestran: Este año hubo temperaturas de 32 grados, una máxima que no se dio desde el 2004. Y también el promedio de las mínimas de este mes fueron más altas.
Ayer la temperatura máxima fue de 33 grados. Algo atípico, pero predecible, según los estudios realizados por Germán Poblete, especialista en meteorología. Desde el 2004 los otoños son más calurosos y con predominio de mínimas medias altas.
En abril del 2004 hubo un día donde el termómetro marcó 36 grados centígrados. Y los sanjuaninos se alarmaron ante esta anomalía. Ni se imaginaron en aquel entonces que en un futuro no muy lejano serían típicos los abriles calurosos. Esto es lo que está sucediendo actualmente.
En lo que va de este mes se han registrado cinco días de entre 31 y 33 grados centígrados. En el 2005 la temperatura máxima no superó los 29 grados, en el 2006 no superó los 30, en el 2007 sólo hubo un día con 31 grados, y el año pasado la máxima registrada no superó los 29.
Según Poblete, desde el 2004 se comenzaron a registrar abriles calurosos. Ese año hubo mínimas de 17 grados; en el 2008 de 18 grados, y en lo que va de abril del 2009 alcanzaron los 21 grados.
El climatólogo Poblete explica que ésto se debe a que los elementos de refresco (frentes fríos) no están cumpliendo con su objetivo, dado que las temperaturas mínimas medias, como las máximas, han aumentado su valor y predominio durante el tercer y cuarto mes del año. "Esto sucede porque ha persistido una alta presión en altura sobre el Pacífico que ha desplazado los frentes fríos hacia el Atlántico o los ha hecho llegar a San Juan muy debilitados. Estos se caracterizan por generar nubosidad y precipitaciones que tienen como misión hacer que las temperaturas desciendan".
A pesar de los registros que demuestran el cambio, Poblete sostiene que no se puede afirmar con total certeza que el mismo sea una consecuencia del calentamiento global de la Tierra, ya que también puede responder a ciclos climáticos naturales.

