El verde desteñido de los pizarrones y los coloridos dibujos infantiles de las paredes contrastaron con la cara de desolación de los 32 evacuados de Ullum. Mientras que las mesitas que durante el año se usan para que merienden los niños de Nivel Inicial ayer se convirtieron en el lugar para dejar el mate y las botellas de agua mineral. Es que tras las constantes lluvias de las últimas tres noches, estas familias debieron dejar el lunes sus casas porque corrían peligro dentro de ellas. Todas estas personas ayer cumplieron las primeras 24 horas viviendo en la escuela Emilia de Láinez, de Villa Ibáñez. En ese lugar compartieron la comida y la angustia de haber perdido muchas cosas. En Zonda, los 5 evacuados que pasaron la noche en el CIC del Barrio Obrero ayer en la mañana volvieron a sus casas a limpiar y a tratar de recuperar algunas pertenencias para ir en la noche nuevamente a las habitaciones improvisadas del Salón de Usos Múltiples. Y además de las evacuaciones hubo problemas en algunas rutas y caminos sanjuaninos. Mientras que el barro en la planta potabilizadora de OSSE dejó a unas 15.000 familias sin agua potable (ver página 8).

Desoladas y con muchas preguntas, las mamás de las tres familias de Ullum tomaron la posta de la casa provisoria. Se repartieron las tareas y cocinaron.

�En ollas grandes y tratando de calcular los condimentos, hicieron ayer fideos para darle de comer al batallón de niños que vive en la escuela. “Me hace acordar a cuando cocinaba para un comedor”, dijo Zulma Martínez mientras revolvía el tuco que hicieron en la cocina de la escuela. Y mientras ellas se encargaron de las tareas domésticas, los chicos jugaron sin problemas, como si la tragedia de haber perdido camas, colchones, muebles y la ropa no los afectara en nada. Saltaron en los colchones, jugaron a la pilladita, bailaron y hasta pudieron ver películas en la tele que los Martínez lograron salvar del agua. Y fue por todos estos juegos, que las risas y los gritos fueron lo más escuchado en el salón, donde el mástil de madera, que por las vacaciones no tiene bandera, era esquivado permanentemente en las correteadas de los niños.

En el suelo y sobre unas frazadas aún húmedas, Carmen Estrella durmió la noche del lunes. Es que ella y su familia perdieron todo y sólo consiguieron tres colchones para pasar la noche. Y como tienen varios niños, la mujer y sus hijas mayores eligieron que los pequeños descansaran mejor. Y ayer en la mañana, mientras ordenaban la ropa que les regalaron los directivos de la escuela, Carmen retaba a Camila, su nieta de 4 años, que trataba de sacarse el parche de la cara. Es que la pequeña tiene “piel de cristal” y le cubren las costras porque no debe tener contacto con la tierra. Sumado a esto, la mujer, que trabaja en la cosecha de uva junto a sus hijas, tiene que luchar por un hijo que tiene que ser operado de los tímpanos y por otra que es celíaca y no tiene qué comer. Carmen se fue de su casa el lunes en la mañana y en total pasaron la noche en la escuela 9 personas de su familia. En un aula tiraron los colchones y las frazadas y sobre algunos pupitres dejaron la ropa y las sábanas que estaban mojadas.

Otra de las aulas, la de los Martínez, parecía un monoambiente, pero sin lujos. En un rincón la cocina-comedor con mesa, sillas, heladera y un pequeño anafe; en otra punta, los colchones y el modular. Y sobre el escritorio de las maestras, un televisor 14 pulgadas y un DVD en el que Los Simpson fue lo más visto por los chicos.

Y mientras ellos llevaron gran parte de sus muebles, la familia de Argentina Trigo, los últimos en llegar a la escuela, se llevó hasta la cata. “Es la regalona mía y como nos vinimos todos para acá no la iba a dejar solita”, dijo la mujer mientras colgó la ropa en el patio de la escuela aprovechando el Sol de la mañana. “Anoche -por el lunes en la noche- descansamos. Las noches anteriores habíamos dormido sentados”, dijo Argentina mientras agradecía el trabajo de la Municipalidad para con su familia (11 personas), como para el resto de los que viven ahí.

En tanto, en Zonda las familias evacuadas sólo durmieron en el CIC. Y ayer aprovecharon para limpiar sus casas y para acompañar al resto de su gente que se quedó cuidando la casa por los robos. “Nos vinimos con mis hijos más chicos para que comiéramos todos juntos. Pero esta noche vamos a volver al CIC porque acá no podemos dormir. Durante el día uno está atento si el techo hace ruido pero en la noche capaz que nos morimos aplastados”, dijo Silvana Saavedra, una de las 5 evacuadas de ese departamento.