Como si fuera un ejército de hormigas, se dividen las tareas para lograr un trabajo más rápido y efectivo. Los que tienen mejor pulso se encargan de cortar la lona y las suelas. Los que no sufren dolores de piernas se sientan en la máquina de coser. Y los más carismáticos se encargan de vender el producto final. Son los jubilados del Centro Corazón Feliz, de Villa San Damián en Rawson, que desde hace dos años fabrican alpargatas de manera artesanal para recaudar fondos para construir su propia sede. Objetivo que, según contaron, están próximos a cumplir.

Un subsidio de 1.800 pesos, cedido por PAMI, fue suficiente para que naciera esta pequeña fábrica que funciona a pulmón. Y en un salón de adobe con techo de caña y barro, lugar de reunión para estos jubilados. Allí no hay ningún tipo de máquina industrial, más que una máquina de coser a pedal, suficiente para mantener la producción artesanal de 100 pares de alpargatas por mes.

‘Con el subsidio que recibimos nos alcanzó para comprar lona, material para la suela, hilos, pegamento, 10 hormas de diferente tamaño, y nada más. Por eso tuvimos que aprender a hacer las alpargatas a mano, al principio nos costó bastante, pero ahora ya estamos duchos‘, contó orgulloso Francisco Aballay, presidente del Centro de Jubilados Corazón Feliz.

Aballay también contó que ‘inventaron‘, usando el motor de un lavarropa, una especie de guillotina eléctrica para cortar la suela de las alpargatas con la precisión adecuada con el objetivo de lograr un producto prolijo, fundamental para hacer frente a un nuevo desafío: ganar el mercado.

‘Empezamos con este proyecto para juntar dinero para poder construir nuestra sede propia, por lo tanto teníamos que vender las alpargatas. Salimos a ofrecerlas en los comercios más cercanos y tuvimos muy buena respuesta porque las vendemos baratas‘, sostuvo Aballay, quien dijo que actualmente son proveedores de varios comerciantes, y vendedores directos porque si alguien les encarga uno o varios pares se los hacen.

El presidente del centro también dijo que hay veces que las ventas bajan, pero no así su producción. Contó que destinan varios pares para regalar entre la gente más necesitada, para sortear durante los festejos del Día del Niño que este centro organiza todos los años, y para vestir al grupo de baile folclórico que conforman y con el que participaron el año pasado en el Primer Festival de Danza de Adultos Mayores, en la localidad cordobesa de Cosquín.