Aunque la empresa constructora del teatro liberó el corazón de la colosal estructura para la producción de DIARIO DE CUYO durante un par de horas, no detuvo nunca los trabajos. Es por eso que entre los bocaditos del catering, las charlas entre grupos y especialmente en esos segundos en los que nadie habló para posar ante las cámaras, de fondo hubo martillazos, golpes, voces de mando, obreros que sacaban encofrados o se desplazaban con mamelucos y cascos de colores flúo. Eso fue la música y la escenografía que tuvo la reunión, entre invitados que no pudieron ocultar la sorpresa por la colosal construcción.

La elección del teatro no fue al azar, pues se trata de una de las obras públicas emblemáticas de San Juan (ver aparte). Pero poder ingresar con 28 personajes y sus invitados requirió de un esfuerzo de la UTE Panedile- Perfil- Borrego, no sólo por el ritmo de trabajo sino por la seguridad. Precisamente, previo a la visita hubo que solicitar los permisos pertinentes y mantener una reunión previa entre los responsables de la producción y de la empresa para definir sectores, normas y lugares de desplazamiento. Hubo tal predisposición de la constructora, que despejaron lo que será el futuro foyer del teatro y parte de la sala principal para la producción, además de reubicar a los obreros en otros lugares de la obra e incluso armar especialmente un camino de fenólicos junto a un paño de hormigón que olía a fresco.

Igual, algunos obreros aprovecharon para pasar por el lugar y mirar el proceso que rompió la rutina diaria de esa mole de cemento. Algunos, de hecho, se tomaron fotos con el gobernador Gioja, con la Paisana de Jáchal o con la boxeadora Leonela Yúdica, de los más buscados.

Precisamente, el Gobernador fue el último invitado en llegar, debido a su agenda de trabajo. La espera había sido matizada en el Centro Cultural Estación San Martín, el punto de concentración.

LA PREVIA:

El primero en llegar ahí fue Nicolás Pelaytay, prácticamente con puntualidad suiza, mientras que detrás del futbolista llegó Milagros Corbo, junto a su mamá y su hermana.

Quienes se conocían rápidamente entablaron conversación, como los pilotos Facundo Della Motta y Juan Manuel Dávila, y otros se quedaron en solitario a esperar, algunos mandando mensajes por sus celulares. Los niños protagonistas de la producción, en tanto, disfrutaron los juegos del lugar, mientras que los representantes de Las Aguilas (el DT y jugadoras) optaron por ir a tomar una gaseosa al quiosquito de enfrente.

Luego, todos juntos, comenzaron a caminar hacia el teatro en construcción, siempre entre sonrisas pese al Sol del mediodía.

En el ingreso a la obra, todos recibieron instrucciones de la encargada de seguridad, quien encabezó la columna de personas hasta el interior del complejo.

Lo imponente del gigante no pasó desapercibido para los visitantes y especialmente para el ingeniero Eugenio Orosco, quien comenzó a fotografiar lo que más le llamaba la atención, reconociendo que poder visitar la construcción es un privilegio que pocos pueden tener.

El servicio de catering entonces ofreció gaseosas, vinos y champán, además de bocaditos salados. Unos brindaron por las Fiestas y otros por los logros obtenidos, ya en un clima en el que la mayoría había entrado en confianza. Entre los niños, el más mimado fue Ismael, a quien varios, incluido el Gobernador y el Vicegobernador, se acercaron a saludarlo y darle fuerzas en su lucha diaria tras perder su brazo. Precisamente, Ismael siguió muy atento la conversación de Eugenio Orosco, quien nació con su brazo derecho incompleto y diseñó un sistema que le permite manejar una computadora a través de electrodos.

En tanto que cuando todos los personajes estuvieron juntos, siguieron al fotógrafo y a la responsable de seguridad al sitio elegido para tomar las imágenes, a la vez que los invitados quedaron detrás de una valla plástica.

Mientras todos los protagonistas miraban a las cámaras para la foto que ilustra las páginas anteriores, de fondo estaban los obreros. ‘Un saludito para acá’, gritaron algunos cuando los personajes rompieron filas en el final de la sesión. Fue Gioja quien lo advirtió, volvió unos pasos y preguntó: ‘Cómo andan, che. Sigan metiéndole pilas, chicos. Chau’. Entonces todos los invitados se alejaron y la mole de cemento y sus constructores volvieron a la rutina habitual.