�La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, denunció ayer en la ONU el espionaje diplomático y económico por parte de EEUU destapado por el espía Edward Snowden, algo que consideró ‘una violación‘ de la soberanía de su país. Rousseff, que centró su intervención ante la Asamblea en el espionaje del que ella misma fue víctima, afirmó que se trata de ‘una afrenta‘ y ‘una falta de respeto‘ que no puede justificarse en la lucha contra el terrorismo.
Dilma no mencionó directamente a EEUU por este caso, por el que ya anuló su viaje oficial a este país previsto para octubre, pero sí recalcó que la actividad de esta ‘red mundial de espionaje‘ es un asunto ‘sumamente importante y grave‘. Destacó que este espionaje ‘ha generado enojo y repudio‘ en todo el mundo y señaló que ha afectado especialmente a Brasil porque se interceptaron comunicaciones de la oficina de la Presidencia, de la misión de su país ante la ONU e incluso informaciones ‘de alto valor económico e incluso estratégico‘. Estas revelaciones, añadió, muestran una injerencia en asuntos internos, lo que consideró aún más repudiable por ser entre ‘países amigos‘.