Como la mayoría de las bailarinas, comenzó muy chiquita. Desde los seis hasta los doce aproximadamente iba a un instituto a aprender danza. Gaby Gómez, bailaba de todo un poco, pero a los 13 decidió que el flamenco era lo suyo. Quedó fascinada y se volcó totalmente a su estudio. Claro que luego llegaron los hijos y el tiempo no era el mismo. Por ese entonces todavía asistía a la Academia Sevilla donde conoció a Marisa Gil y se animó a realizar cosas chiquitas a nivel musical para las funciones de los alumnos. “Me quedé sin tiempo para la danza, me resultaba muy difícil continuar bailando y hace unos seis años conocí a los integrantes de La Calle Nueva y como no me animé a bailar con ellos comencé a cantar. Nunca fui a aprender canto, pero con ellos me fui metiendo en el ambiente y apasionándome por lo que hacía. En definitiva fueron los que me dieron la posibilidad de hacer esto””, dice Gaby. El horizonte de Gaby rápidamente se amplió y comenzó a ser convocada desde Mendoza, donde va asiduamente sola o acompañada por Leo Landa en percusión. “Hoy la gente está más receptiva, puede ser por la difusión de esta música, por la fusión del flamenco que ha pegado mucho en la gente joven y también en la gente más grande que antes sentía vergüenza de decir que le gustaba, incluso muchos se burlaban porque decían que tenía un estilo llorón, en cambio ahora hay una aceptación y se animan de decir que les gusta. Creo que hubo un cambio de visión y eso es muy bueno””, comenta.
