Mi mamá no quería que me lo hiciera, entonces nos juntamos con unos amigos del barrio, compramos unos aros para la lengua y nos lo pusimos nosotros. Me dolió un montón, pero no se me infectó. Los primeros días ni hablaba en mi casa para que no supieran. Cuando mi mamá me lo vio quería me lo sacara, pero al final se le pasó el enojo y me dejó que me lo quedara. Quiero ponerme otro en la ceja, pero primero la tengo que convencer.