El defensor Hugo Frías es otro de los que salió con lesiones en el vuelco. Se fisuró la mano izquierda pero no paró y no fue por el fútbol. Obrero en una calera en Los Berros, de donde es oriundo, Hugo llegó a la práctica cuando ya había comenzado y con dos apósitos en su nariz. Nada extraño porque todos los días es tanto el polvillo que aspira, que se la limpia tan fuerte que termina con hemorragias. Un duro en serio: “Me duele la mano aún pero ni me hice atender. Yo no puedo parar de trabajar en las caleras, porque si no se trabaja, no se come”.