Fotos y video - Marcos Carrizo - DIARIO DE CUYO

“Aquel que se instruye y realiza el aprendizaje de nuevos conocimientos a través de sus propios medios, es decir, no busca la instrucción, la enseñanza a partir de los medios formales como ser la escuela o los maestros”. Esa es la definición de autodidacta y le sienta a la perfección a “Pitín”, un hombre que empezó a tocar simplemente por su pasión por la música y que, hasta el día de hoy, sigue transmitiendo sus conocimientos y prestando sus instrumentos a pesar de que se encuentra luchando contra el complejo síndrome de Guillain-Barré.

Nicolás Alfredo Ruarte, más conocido como “Pitín”, “Chico Chico” (siempre saluda diciendo ‘hola chico’, ‘qué hacés chico’) o “Ya vengo” (porque cuando decía eso nunca regresaba y fue una frase que quedó inmortalizada en el departamento del Este), vive en una casa ubicada en la esquina de Tucumán y 25 de Mayo, en San Agustín de Valle Fértil. Allí, es habitual verlo asomándose por la ventana para observar la vida pasar. En esa vivienda, que comparte con su hermana y que tiene una habitación y una cocina, hay un pequeño salón que desde hace décadas se transformó en un estudio de música.

Ese lugar es por demás simbólico, mítico. En sus paredes hay imágenes de los Guns ‘n Roses, de Jorge Cafrune y hasta un agradecimiento de Los Pibes de la Eskina, una banda que nació ahí. Pitín siempre tuvo muchos instrumentos y hasta resignó comprar un auto o una moto para renovar su mini estudio. En la actualidad cuenta con unas 10 guitarras, entre eléctricas y criollas, un bongó, parlantes, ecualizadores y micrófonos.

La música es todo en la vida de este hombre vallisto de 65 años. Según contó, “aprendí a tocar allá por el año ’70 con una guitarra criolla, sin que nadie me enseñara. A pesar de que al principio no me gustaba demasiado, empecé y nunca más pude dejar, a tal punto que nunca formé pareja por seguir con esta pasión, porque a las mujeres no les gusta mucho la vida que llevan los artistas”.

Luego, mientras tocaba en su guitarra “La lluvia terminó” y “Puerto Montt”, de Los Iracundos, se le dibujaba una sonrisa enorme en su rostro. En ese momento “Pitín” recordó sus primeros pasos como músico, en los que fue mezclando distintos géneros como el rock, el folclore y el cuarteto. “Siempre estuve influenciado por el rock nacional pero con el tiempo fui mutando a un estilo más popular. Con ‘El Rulo’ Garay y el ‘Nene’ Molina formamos un grupo que se llamaba Los Bambis y salíamos a tocar por todo el pueblo. Después, en el ’92, junto a ‘El Gringo’ Soria hicimos algo más tropical”, detalló.

Mientras el artista autodidacta recorría con su música cada rincón de su querido Valle Fértil, también compartía sus conocimientos y sus instrumentos. Por eso es que muchas bandas de aquel departamento tuvieron sus inicios en esa humilde vivienda de Tucumán y 25 de Mayo. “Muchos chicos no tenían plata para comprar una guitarra, entonces venían a mi casa y tocaban. Por eso aquí surgieron formaciones como, por nombrar algunas, Los Yacampis y Los Pibes de la Eskina, que precisamente se denominaron así por la ubicación de la vivienda”, señaló.

A lo largo de los años, “Pitín” integró diversos grupos que interpretaron canciones del recuerdo y se hizo conocido en Valle Fértil y alrededores, hasta que en el 2016 una cruel enfermedad se apoderó de su cuerpo hasta el día de hoy. Si bien los médicos le dijeron que una bacteria ingresó a su organismo a través de algún alimento vencido como el yogurt, el picadillo, entre otros, lo cierto es que el músico vallisto contrajo el síndrome de Guillain-Barré.

Dicha enfermedad ocurre cuando el sistema de defensa del cuerpo (sistema inmunitario) ataca parte del sistema nervioso periférico por error, lo que lleva a que se presente una inflamación de nervios que ocasiona debilidad muscular o parálisis y otros síntomas. “No podía caminar, mis manos y mis pies se paralizaron, por lo que tuvieron que tratarme en La Rioja. Me curaron un poco y ahora continúo con kinesiología”, dijo.

Para avanzar con su tratamiento, “Pitín” se vio obligado a utilizar muletas durante un largo tiempo y en la actualidad solo usa un bastón para trasladarse. También anda en bicicleta y una parte de su recuperación la encuentra en sus instrumentos, al aferrarse a la percusión para “ablandar” sus manos y así agarrar de a poco la viola.

“Me encantaría poder volver a tocar como antes, más que nada por la gente que me dio tanto cariño en un momento tan duro de mi vida. Los chicos que se formaron como músicos en mi casa vinieron a visitarme y se me pone muy orgulloso porque no se olvidan de lo que uno hizo antes”, finalizó al borde de las lágrimas el artista, que día a día lucha por volver a ser ese músico que era antes de padecer esa maldita enfermedad.