Un Falcon rojo intenso salió apurado en picada, acompañado sólo por un fuerte estruendo de su caño de escape. Atrás dejó dos marcas negras asentadas con fuerza en el suelo y una huella de humo que salió de sus cubiertas bañadas en siliconas. Con esa potencia llegó al medio del predio y, sin titubear, comenzó a girar en círculos. Así, entre humo y olor a gomas quemadas, formó los famosos trompos, que son el principal atractivo en las picadas de autos y que llaman la atención hasta de los que no entienden nada del tema. Es que ver a esa mole tan pesada haciendo esas piruetas sin perder el control resultaba impresionante. "¿Ves que ni siquiera dobla la dirección ni tiene que clavar el freno de mano?, gira así por la fuerza que tiene el motor", opinaba uno de los espectadores y dueño de otro de los autos que estaban en el lugar. En total, eran 14 los vehículos reunidos y todos ellos forman parte de la nueva edición de la Expotuning, que será el próximo domingo en el Predio Ferial (ver aparte).

Cada vez que Miguel, el dueño del Falcon, hace ese show que dura pocos segundos, gasta unos 1.000 pesos por cubierta. A esas cubiertas gastadas las guarda para hacer luego otro de sus espectáculos preferidos: el famoso reviente de gomas, como le llaman estos apasionados de los fierros. Esa hazaña consiste en hacer patinar el auto hasta que la goma se gaste del todo y quede convertida en tiras y hebras de alambre.

Un nuevo rugido del motor de algunos metros y el auto estaba nuevamente estacionado con el resto. Dos Fiat 600, dos coupé Fiat 125, un VW Pointer, Rastrojeros y más Falcon posaban juntos. Sus dueños son miembros de cuatro clubes fierreros sanjuaninos: el Club Citröen San Juan, el Club Fiat 125, el Club de Amigos Fiat 600 y el Club Fierro San Juan. Todos tienen sus páginas web y sus reuniones periódicas en las que las novedades sobre el mundo de los autos se convierten en la charla obligada y el asado está siempre incluido.

El predio del encuentro estaba a un costado de la ruta 20, a la altura del kilómetro 5. Hacia ese lugar atraía inevitablemente el estruendo de motores y caños de escapes. Y ahí se habían reunido los orgullosos dueños de autos y camionetas con pinturas relucientes y enceradas, llenos de luces, armados con las mejores piezas del mercado desde los volantes hasta los motores y algunos con los equipos de sonido más sofisticados. Y resulta imposible no admirarlos tanto para los amantes de los fierros que los arman y usan, como para los que sólo disfrutan viendo desde lejos el espectáculo de esas obras de arte.

En estos grupos, las preferencias están bien distinguidas. Algunos de los que comparten el amor por los autos sólo buscan conservar sus vehículos al extremo. Cuidan su pintura original, sus formas y sus piezas de mecánica, sólo se animan a algunos pequeños cambios en los tapizados o llantas, aunque siempre cuidando la onda retro, explicó el dueño de una coupé 125.

En el otro bando están los que buscan la modernidad al extremo poniendo pantallas de DVD y llenando sus baúles con parlantes. "Una vez que te metés en esto es imposible salir y no te das cuenta de la plata que vas metiéndole al auto", dijo uno de los apasionados. Otro incluso admitió que su hobbie le costó hasta el matrimonio y otros aseguraban tener conflictos con sus parejas.