El precursor Mariano Gambier fue un reconocido arqueólogo que fue nombrado Profesor Extraordinario Emérito de la UNSJ. Fue quien comenzó a dirigir el instituto y estado vivo, se le puso su nombre al museo. Pero él pidió que la medida quedara en reserva hasta su retiro. Gambier falleció el 4 de septiembre de 2006. Pero dejó un legado científico trascendente en la provincia. A este investigador se le debe haber descubierto la Cultura Ansilta, que fueron los primeros agricultores que hubo en la provincia hace alrededor de 3.000 años. Fue Gambier quien le dio el nombre a este grupo humano, al que se dedicó a estudiar profundamente entre 1969 y 1977. Este descubrimiento le permitió transformar el museo arqueológico en instituto de investigaciones. Por esto recibió el Premio Nacional de Producción Científica en el rubro Historia. El libro que escribió sobre la Cultura Ansilta se editó en 1985. Posteriormente incluyeron otros estudios y descubrimientos, realizados por la investigadora Teresa Michieli, quien hoy dirige el instituto. Gambier fue íntimo amigo del periodista Rogelio Díaz Costa, el autor de la nota publicada en DIARIO DE CUYO que dio la noticia del hallazgo de la momia de El Toro. Díaz Costa fue el responsable además de bautizar Ischigualasto como Valle de la Luna. La atracción Aunque no es la única que hay en el museo Gambier, la momia de El Toro es la gran atracción del lugar. Es que su estado de conservación es impresionante. Pero además se trata de un testimonio importante de las creencias y ritos religiosos de los antiguos pueblos andinos. La momia es un joven que fue sacrificado y colocado casi en la cima del cerro. Este sacrificio lo hacían para restablecer el orden del universo. La momia fue encontrada por casualidad por dos andinistas. Hace 46 años DIARIO DE CUYO organizó la expedición para bajarla del cerro. Esta momia no era única, pero tenía características especiales. Según escribió Rogelio Díaz Costa, era un varón adulto de unos 20 años, que estaba desnudo, y no estaba sepultado de pie como era costumbre de los sacrificios incaicos. Otro punto que marcó la diferencia es que por lo general los sacrificios se hacían con niños y no con adultos. Una de las cosas que hoy más llama la atención es la posición fetal de la momia. Está mantenida en una heladera cuya temperatura es similar a la de las altas cumbres sanjuaninas. La momia de El Toro tiene cerca de 500 años. En el 2006 se le hizo un estudio para determinar el estado de conservación de la momia.
