No fue un casamiento más. Hubo que llevar familiares, y hasta la jueza para que los casara, hasta el corazón de una de las minas de oro más altas del mundo. Todo fue original y por ende, doblemente emotivo. Así, los novios regalaron a su familiares, amigos y a los periodistas presentes un souvenir, que fue una cajita de madera tallada con los nombres de la pareja, en cuyo interior una pareja de mineros sirve de papelero. Los souvenirs fueron una de las sorpresas que les dio la gente de Barrick.

En las mesas había adornos comestibles elaborados con zapallo, repollo, cerezas y hasta naranjas. Todo preparado para la ocasión. Mientras que telas blancas y anaranjadas, estaban colgadas en algunos rincones del campamento. Además, vistieron las sillas del comedor.

Pero lo más impactante fue la inflatable torta de bodas. Hizo falta cinco personas para elaborarla ya que pesó más de 200 kilos. Según los cocineros desde el viernes en la mañana trabajaban en la torta y toda la mesa dulce.

Otra de las curiosidades del casamiento de estos mineros es que no hubo baile, más que el vals de los novios, ni bebidas alcohólicas. En cambió no faltaron los tubos de oxígeno que estuvieron en los pasillos del salón para prevenir cualquier accidente. También hubo mucha seguridad para orientar a los invitados.