Los grandes inversores del mundo enfrentan los vaivenes de los mercados financieros, sacudidos por las variables de las economías desarrolladas y cotizaciones de insumos de referencia del resguardo de capitales. Los títulos de deuda, bonos, las monedas fuertes, los precios del petróleo y del oro, entre otras alternativas para el ahorrista, cada vez se divorcian en sus cotizaciones y los operadores hacer malabares a la hora de aconsejar la mejor rentabilidad.

Los últimos estudios de mercados han coincidido en que el oro es el mejor refugio para el inversor, con niveles superiores a los de los demás referentes, y con un repunte del 12% acumulado desde diciembre pasado en su cotización mundial. En relación con el petróleo, la referencia histórica del metal precioso en los mercados internacionales, la brecha se fue ampliando en la última década empujada por la notoria caída del crudo.

Históricamente, las cotizaciones del petróleo y del oro han marchado al unísono hasta que del barril desató temores inflacionarios, mientras que la demanda por el oro ha mantenido su atractivo como depósito de valor. La caída de los precios del petróleo y de la inflación se traduce habitualmente en mayores ganancias para el sector manufacturero, lo que aumenta la demanda de acciones a expensas del oro.

En los últimos tiempos los precios del crudo han caído lo suficiente para alterar la percepción de riesgo de los inversores al punto de que las petroleras que cotizan en bolsa y los bancos que las han financiado presentan riesgos de colapso. Consecuentemente el declive de la liquidez global, a medida que caen las reservas en moneda extranjera de los países exportadores de petróleo, ha golpeado los activos de riesgo general, propagando el contagio más allá de las acciones, a los llamados ‘bonos chatarra\’\’ de empresas estadounidenses, para citar un ejemplo.

Estas fluctuaciones generan las turbulencias en los mercados y como en toda tormenta, el refugio del inversor es correr rápidamente a guarecerse en el oro. No ocurre igual con los metales industriales, caso del cobre, aluminio y níquel, sujetos a caídas más pronunciadas debido a la demanda y en muchos casos con bajas indicativas de haber tocado fondo.

Un contexto para revalorizar el potencial minero sanjuanino, principal exportador de oro del país.