"Me enteré del golpe por la radio antes de ir a clase. Mis padres me explicaron lo que podía pasar desde ese momento y me pidieron que les hiciera caso en todo para estar a salvo. Incluso no me dejaron usar el pelo largo porque era sinónimo de subversión. Mi padre era peronista y tenía un libro sobre Evita y lo tuvo que hacer desaparecer. También tenía una versión escrita de la Marcha Peronista que yo pegué por dentro de la mesa de luz para resguardarla. Fue una época muy dura. Recuerdo que la Policía detuvo a mi primo, dirigente estudiantil, y mi padre y mi tío se pasaron todo un día y toda una noche parados en la puerta de la comisaría hasta que lo liberaron. A mí también me detuvieron, sólo por juntarme con mis amigos en la esquina. La dictadura fue un terrorismo de Estado con consecuencias nefastas. Formó parte de nuestra historia y no la debemos olvidar. Nos ayuda a recordar que somos ciudadanos libres de pensamiento y con derechos".