"Mami, me das agüita por favor que tengo sed", fueron las primeras palabras que se le escucharon a Juan, luego de que ayer al mediodía los médicos le quitaran el respirador artificial; y así fue cumplido su deseo: María Angélica pidió autorización y pudo dar a su hijo la primera jeringa de agua, que el pequeño disfrutó como si bebiera un elixir.
Habían pasado menos de 24 horas cuando los profesionales decidieron suspender dicha asistencia mecánica, considerando la buena evolución del sanjuanino; "la fortaleza de Juan es increíble, primero movió su manito y luego me agarró la mía, no quería que me despegara de él, hasta me preguntó por sus hermanitos y su papá", contó a este medio la madre del ya apodado "Corazón valiente", quien manifestó que Juancito no pudo tomar conciencia aún del trasplante, ya que su asombro lo desborda.
"El doctor me explicó que durante la operación hubo una pequeña complicación con una venita que tenía que ver con la respiración, entonces primero le pusieron una bigotera de oxígeno grande y ya a la tarde se la cambiaron por una chica", explicó María en los pocos ratos que pasaba fuera del Garrahan, ya que su pequeño la reclamaba constantemente y ella en forma inmediata corría a verlo en terapia intensiva.
Juan está hablando de a poco y con un muy bajo tono de voz por haber estado entubado, aunque se hace entender perfectamente y se comunica todo el tiempo con su mamá.
Las enfermeras y los médicos del hospital se sumaron y ayer alentaron al niño. "Más no puedo pedir, los profesionales aquí son excelentes y la gente no para de darme una mano todo el tiempo", manifestó María, tras haber rezado con una señora que ora en el nosocomio por los enfermos, y que la había reconocido por sus salidas televisivas los últimos días.
Y otras madres en situaciones parecidas o no tanto, que tienen sus chiquitos allí internados, o que van a hacerles estudios y saben de su caso acompañan diariamente a esta sanjuanina, a la que le regalan comida, ropa, y cuidan mucho.
Parte médico
DIARIO DE CUYO accedió en exclusiva a información que brindó el nosocomio en torno al estado de salud de Juan Brizuela, hasta última hora de ayer; "esta evolucionando bien, bastante favorablemente, se espera que mañana (por hoy) comience a comer; con respecto al respirador, generalmente se calcula entre las 24 y 48 horas posteriores quitarlo, por lo que el caso de Juan se enmarca en los tiempos establecidos", comunicaron.
"Si Juan sigue así, en una semana a diez días pasará de terapia intensiva a una sala común, aunque seguirá aislado por sus defensas que están suprimidas para que la recepción del órgano sea más óptima; de ahí en más, la madre deberá aprender a suministrarle la medicación indicada, sus horarios y dosis, y luego se irá a su casa con cuidados de por vida", explicaron las fuentes del nosocomio.
Una vez que el pequeño egrese de terapia, la permanencia en la sala común dependerá primero de su salud, y luego de la adaptación de ambos -madre e hijo- al nuevo estilo de vida; tras el alta, el tiempo en Buenos Aires será de entre un mes y medio a dos como período de resguardo cerca del hospital: "no va a ir directamente a su casa en San Juan, porque en ese período es posible que aparezca algún rechazo, descompensaciones o cualquier otro inconveniente, así que el servicio social de la provincia deberá evaluar ya esta estadía, que también se podrá prolongar aún más", anticiparon.
Con respecto al antes y al después de Juancito, dijeron que él era un chico normal de 10 años hasta que tuvo que conectarse al corazón artificial; "de pronto, su movilidad se restringió a dos metros de distancia, estaba encerrado en el hospital, en un lugar de dos por dos, excepto cuando salía, hacía kinesiología o iba a la escuela, porque lo escolarizamos también, pero siempre atado a un aparato y a la sala de terapia, ya estaba muy desgastado de la situación aunque le ponía mucha garra", reconocieron.
"Ahora está todavía asombrado por la situación, mucho no comprende pero sabe perfectamente que el corazoncito finalmente le llegó".

