Sin dudarlo ni un instante, Juanita Ormeño se cortó las trenzas, se puso un vestido azul y blanco que le había confeccionado su madre y salió a la calle a celebrar. Cantó y bailó en la plaza de la villa y luego ingresó a la iglesia de San José. No tardaron en aparecer los que desaprobaban la conducta y terminaron agrediendo a la joven de 15 años, la única en el pueblo de Jáchal que se animó a festejar públicamente la Revolución de Mayo. La situación terminó en una gresca callejera. Pero la iniciativa de Juanita fue imitada por el resto de los pobladores, incluso en la ciudad. Esto ocurrió el 17 de junio de 1810, cuando llegó a San Juan la noticia de la revuelta contra los realistas en Buenos Aires. Años más tarde, José de San Martín castigó a los agresores de Juanita.

Audaz y transgresora para la época, esta jachallera se atrevió no sólo a desafiar los designios de la moda al cortarse el pelo como un hombre, sino también al expresar públicamente su ideología política. "En casa de los Ormeño, una antigua familia jachallera, que se había instalado allí al tiempo de la fundación de la villa, en 1751, la noticia de la Revolución de Mayo había producido un estado febril. Juana era la hija menor, tenía un carácter altanero y salir a la calle a celebrar fue lo que se le ocurrió para poder mostrar a todos que amaba su tierra", cuenta Martín Carelli, profesor de Historia. Este suceso, que duró algunas horas, sirvió de ejemplo para que en el resto de la provincia salieran a festejar, según aseguran los historiadores. Así, la figura de Juanita se convirtió con el tiempo en el símbolo de reivindicación del género femenino y la libertad.

Lo que sucedió en la plaza jachallera ese día fue todo un escándalo que terminó con enfrentamientos, insultos, golpes y la intervención de las autoridades. Según cuenta Carelli, "las personas se detenían para mirarla, pero ocurrió que algunas de ellas, partidarias aún de los realistas, como las hermanas del cura párroco Paula y Josefa Gómez, y Paula Torres, comenzaron a agredirla con palabras y golpes. Le dijeron que era hija del diablo. Pero también tuvo algunos defensores".

Según los relatos de la época, después de un año de proceso, los agresores fueron sentenciados a "extrañamiento perpetuo de la villa", es decir, destierro por escándalo en la vía pública. Fue por orden de San Martín, cuando llegó a la Intendencia de Cuyo como gobernador.

El periodista Rogelio Díaz Costa escribió sobre el suceso en un libro y el relato se llamó "El vestido de la Juanita". Díaz Costa relató: "El hecho tuvo tanta resonancia en la villa, ya que, como todo pueblo chico y de régimen patriarcal, donde se vive en el aislamiento, las costumbres y el espíritu se hacen rutinarios y reacios a la revolución. Pero Juanita Ormeño había prendido la chispa y no tardaron en aparecer cintas azules y blancas en los bailes de la delegación". Según el historiador César Guerrero, luego de esto, la jachallera donó los bienes de toda su familia al ejército que cruzaría la cordillera de Los Andes, liderando la ayuda que llegó desde el Norte de la provincia.