Tras el fracaso electoral en los comicios de octubre, con una disminuida presencia territorial y sin un liderazgo visible, la Unión Cívica Radical (UCR) intenta mantener la cohesión interna y poder erigirse como la columna vertebral de un polo opositor de cara al 2015.

El resultado electoral del 23 octubre, cuando el candidato presidencial Ricardo Alfonsín se ubicó en tercer lugar, con el 11 por ciento de los votos, sumergió al radicalismo en una nueva crisis partidaria, que tuvo su expresión más contundente en la escandalosa Convención Nacional de noviembre pasado en Vicente López.

Sin gobernaciones en su poder -a excepción de la de Corrientes, en manos de Ricardo Colombi, quien tiene una sinuosa relación con el Gobierno nacional-, el año electoral dejó a la UCR con un disminuido poder territorial, sostenido, ahora, en las más de 500 intendencias que mantiene diseminadas por todo el país.

Sin embargo, el radicalismo logró sostener su peso en el Congreso Nacional, donde persiste como segunda fuerza legislativa.