Dicen que la fe mueve montañas. Los vallistos podrían decir que la fe hace bajar agua de las montañas. Los más memoriosos aseguran que fue la desesperación que provocó una sequía en los años ‘60, la que dio vida a un ritual que en Valle Fértil se conoce como “poner los piecitos de La Patroncita en el río”, refiriéndose a la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción que está en la capilla cercana al cauce. Esa tradición se practicó en diciembre pasado por tercera vez en la historia. Por lo que, gran parte de los pobladores le adjudican a La Patroncita la última crecida que, si bien trajo problemas, permitirá que tengan agua durante un largo tiempo. El ritual hizo que algunos vallistos agradecieran el agua, tras la sequía, pero también están los que aseguran que fue un acto de inconciencia que trajo problemas.
“Mucha gente nos pidió que le metiéramos los piecitos a la Virgen en el río para que lloviera. Otros me decían: Padre, tenga cuidado, se nos va venir el agua con todo”, contó Rodrigo Robles, vicario de Valle Fértil. Según el sacerdote, la gente le contó que todo empezó en 1968, cuando una sequía mataba animales. En ese momento, un cura (algunos dicen que fue monseñor Sansierra) inició el ritual de bajar al río esa imagen. Fue un 8 de diciembre, día de la Virgen, y menos de un mes después una crecida histórica bajó al pueblo. Se cortaron los caminos y hubo evacuados. Sin embargo, el Valle volvió a ser fértil.
A mediados de los ‘80, tras otra sequía, el ritual se puso en práctica nuevamente. Todos se sorprendieron ya que, mientras las Virgen tenía los pies en el agua comenzó a llover, lo que obligó incluso a terminar las festividades que se realizaban en su honor.
Al respecto, Robles contó que “ahora, con el padre Daniel Beorchia -párroco del pueblo- no sabíamos qué hacer. Pero la desesperación de la gente era tal, que el pasado 8 de diciembre finalmente le pusimos los piecitos a la Virgen en el río”. Ese día, la festividad comenzó con la procesión encabezada por la imagen de La Patroncita por las calles de San Agustín. Después, el padre Robles invitó a los fieles a iniciar el camino hacia el río. “Tuvimos que ir en camioneta, la sequía era tal que recién encontramos algo de agua en la séptima pasada del río”, contó el sacerdote. Mucha gente se sumó al peregrinar y rezó junto a Robles, quien relató que “cuando la Virgen tocó el agua le dije: María, no te estoy pidiendo que llueva. Te lo estoy exigiendo. Y todos dijimos una oración”. Después, regresaron a la capilla para realizar la misa.
El agua los sorprendió el pasado 13 de febrero y, si bien la crecida volvió a traer complicaciones, al dejar cientos de evacuados y al departamento aislado, e incluso provocó una tragedia, con la muerte de un turista que cruzó un badén en moto y fue arrastrado por la creciente, hay mucha gente que agradece el aguacero. “Yo le atribuyo la lluvia a La Patroncita. Creo que la Virgen intercede por nosotros y que Dios nos ha respondido. Mucha gente se acercó a agradecer y también hay quienes creen que lo que hicimos fue una inconsciencia. Pero la situación antes de la lluvia era muy preocupante”, dijo el vicario. Y agregó que “acá hace falta que llueva intensamente para que una sequía tan fuerte termine y eso es lo que pasó”.

