Después de que el intendente Miguel Vega de Jáchal anunciara que Moria Casán estará presente en la Fiesta de la Tradición como primera madrina de la Paisana, la polémica se instaló en el departamento.

Posturas a favor y en contra coparon las redes, los cafés y las charlas de barrio de los vecinos.

En ese contexto, un jachallero, con con el respaldo de La Red Nacional de Residentes Jachalleros, escribió una dura carta abierta en Facebook en la que expresó su opinión. Se trata de Marcelo Castro Fonzalida, quien aseguró que "las industrias culturales están destruyendo el inconsciente colectivo de los pueblos, junto a las tradiciones y sus culturas". Sobre la llegada de la "One" a su departamento, dijo que "claro está que poco tiene que ver, no solo con el festival sino con Jáchal".

LA CARTA COMPLETA 

El 11 de Febrero de 1963 en Mendoza un movimiento emergente y audaz de músicos, intelectuales y periodistas se atrevía a patear el tablero del folclore nacional. Lo hicieron a través de un Manifiesto sobre el Nuevo Cancionero. Entre esas personas estaban Armando Tejada Gómez, Oscar Mathus, Tito Francia y la gran Mercedes Sosa. El pronunciamiento cultural de estos tenía como objetivo defender no solo las raíces de nuestra música, sino darle un sentido, aportar conceptos y llevar a todo el país la semblanza de que la cultura es el bien más preciado que tienen los pueblos.

Las inspiraciones que tuvieron estos hombres y mujeres fueron muchas, pero entre ellas resalta una figura esencial para la historia del gaucho argentino, don Buenaventura Luna.

Buenaventura fue y será no solo el creador de poemas con fuerte acervo federal. Sino que se transformó en un político e intelectual que decidió pensar la cultura desde las raíces. Como así también desde las regiones vastas que tiene Argentina. Buenaventura entendió que cada lugar, aún hermanados, tienen sus particularidades. Basta con leer el Fogón de los Arrieros para comprender su óptica transversal en cuestión de ideologías que unen y hermanan a la idiosincrasia de los pueblos. Tal fue la osadía intelectual de Luna que se atrevió a enfrentarse a la línea sarmientina de “Civilización o Barbarie”. Todo por una sola razón: unión y defensa.

La preservación de las culturas de los pueblos se convierte en el ADN inmaculado que cada ciudadano tiene desde que nace hasta que se muere. Así como la educación es la espada de defensa contra el sometimiento; la cultura de lo propio sobre todo en los pueblos, es la constitución que tienen nuestros valores y costumbres para ir más allá. Para ser quienes son (somos). Para entender que nadie puede imponerse sobre los orígenes de la vida, la que se forja con trabajo, soles, trigo, cebolla, vidalas y tonadas.

Frivolizar la cultura de nuestros lugares no es solo una costumbre, es una necesidad del capitalismo. Detonar estereotipos vaciados de contenidos y no respetando las necesidades culturales de cada lugar es una práctica que lleva a que políticos, instituciones, organizaciones, ong´s, etc y demás actores sociales terminen siendo servil. Funcionales a una suerte de moda que nada tiene que ver con las verdaderas pretensiones de sus pobladores; hablando siempre de cultura, claro está.

Las industrias culturales están destruyendo el inconsciente colectivo de los pueblos, junto a las tradiciones y sus culturas. Queda lo pecaminoso que a muchos les gusta pero no deja nada.

Puede ser muy errado entrar en un pequeño debate si una vedette debe estar en la fiesta máxima de los jachalleros o no. Claro está que poco tiene que ver, no solo con el festival sino con Jáchal. Pero ese no es el meollo. Hay que estar a favor y en defensa de la cultura. Aportar al debate de lo que son los cimientos que quedará para las generaciones futuras.

La farándula festivalera es solo un instante fugaz que deja más vicios que enseñanzas. A decir de Virgilio Luna “en esos campos se sembraba trigo, maíz y avena. Ganado de toda clase que adornaba nuestra tierra. Hoy los corrales vacíos; ni vestigios de la siembra…”.

Estos hechos, los de si un artista sí o no, son propicios para poner sobre el tapete políticas culturales y turísticas. Para ver de qué manera se divulga las costumbres de nuestro departamento. Es una situación de oportunidad para creer que acá comienza el debate por un Jáchal mejor. Con cines y murales que inspiren arte. Con artistas cantando en las rústicas calles de nuestro pueblo. Que los abuelos cuenten historias a los niños que ellos mismos luego replicarán. Que los docentes enseñen en cada aula de nuestra patria chica lo que significó trabajar en los molinos de trigo. Que ningún artista local se quede sin el abrazo de nuestro anfiteatro natural. Que no importe las ideologías ni los posicionamientos si se trata de la fiesta de todos los jachalleros. En las diferencias está el mejor tesoro de alimentar nuestra cultura.

La cultura jachallera no comienza a mitad de Noviembre. Hace rato está entre nosotros. Depende también de que sepamos cuidarla y llevarla de boca en boca a cada rincón del mundo. De nuestros universos.

Jáchal tiene más cultura de lo que creemos. Se huele en el aire. Se ve en cada mirada. Se percibe desde el portezuelo a la Pampa del Chañar. Aprendamos a mirar y que nadie subestime nuestra herencia histórica.