Mientras Segundo Rojas, un hombre de la zona, acomodaba los autos en una playa de estacionamiento improvisada al lado de la capilla, el sacerdote José Fuentes, conocido por los vecinos como el padre Pepe, subía a una camioneta y tomaba el micrófono con el que dirigiría la procesión a San Cayetano. Sucedió ayer, en el día del santo de la providencia, que da nombre a la capilla del barrio Parque Industrial, de Chimbas. Y, como ellos, muchos vecinos de la zona se reunieron para hacerlo revivir a través de una verdadera fiesta que ofrecieron en su honor.
La gente se reunió bajo un edificio aún en construcción en el que se ofrecería la misa. Sus paredes son de ladrillo aún no revestido, su piso de cemento y su techo de chapas. Pero los vecinos, que sueñan con que ese edificio se transforme en la nueva parroquia del barrio, se habían encargado de arreglarlo, adornarlo con flores y hacer un gran altar. Allí, una imagen de San Cayetano esperaba a los fieles que hacían fila para tocarla.
La procesión comenzó pasadas las 17. Inmediatamente, Guillermo Pozo, que vive en el barrio, prendió una bomba de estruendo y dio inicio a la celebración. "Soy el bombero oficial", decía bromeando el hombre con su encendedor en la mano, y contaba que desde hace años cumple con la función de encender la pirotecnia para homenajear a San Cayetano. Detrás de él cinco jóvenes de la comunidad, vestidos con largas sotanas blancas, antecedían a la imagen del santo. Y luego 5.000 fieles, según datos de la Policía, cantaban y rezaban con devoción siguiendo la voz del padre Pepe.
Durante la peregrinación el cura pidió por la seguridad, el bienestar del país y la sabiduría del diálogo. Por su parte, las intenciones de los fieles estuvieron dedicadas a pedir y agradecer por la salud y el trabajo.
Después de recorrer las calles que rodean a la capilla, los fieles recibieron la imagen de San Cayetano con aplausos, tiritas de colores y banderas celestes y blancas y amarillas y blancas, de papel crepé. Luego comenzó la misa, oficiada por monseñor Román Becerra, que dedicó sus palabras a incentivar a los fieles a no perder la fe.