Como todas las mañanas, Liliana Romero salió en su motito a repartir las costuras que confecciona en su casa. Claro, sin esperar la sorpresa que le depararía al frenar en la esquina de las calles Superiora y Vidart, en Rawson. En ese lugar, casi en la cuneta, la mujer encontró un paquete con alrededor de 100.000 pesos. Pero lejos de guardarse esa suma, pocos minutos después encontró al dueño y le devolvió el dinero. Un rato antes, el hombre había hecho la denuncia en la Policía. Hasta hace unos años, Liliana vivió en la villa Montes Romaní, una de las erradicadas por el Gobierno. Hoy tiene una casa en un barrio de Rawson. El hecho sucedió hace algunos días, pero trascendió ayer, desde la misma Policía.

"Ni siquiera se me cruzó por la cabeza guardarme esa plata. No era mía. Por unos minutos imaginé por lo que estaría pasando esa persona", contó Liliana. Fue la casualidad la que la hizo toparse con el dinero. El semáforo se puso en rojo y es por eso que frenó la moto. En ese instante se dio cuenta de que cerca de la cuneta había un sobre grande marrón y sellado. Lo levantó y lo guardó dentro de su campera. Pocos minutos después llegó a una estación de servicio para cargar nafta. Fue cuando vio lo que había adentro del paquete. "Eran fardos de billetes como en las películas. Había dólares y pesos. No los conté. Después el dueño me dijo la cantidad que había perdido", contó la mujer.

Con sus manos temblando, Liliana subió de nuevo a la moto y volvió al lugar donde había encontrado el dinero. Cuando llegó allí, se encontró con un panorama conmovedor. Un hombre de avanzada edad, con vestimenta de campo, estaba descompuesto en la vereda. Liliana se arrimó para ver qué pasaba. Fue cuando la hija del hombre le contó que su padre había perdido un sobre con una importante cantidad de dinero. Desde la Policía no dieron mayores detalles sobre la identidad de esta persona. Sólo que se trataba de un chacarero que vino de Mendoza para comprar unas tierras en las que iba a plantar cebolla.

"Lo primero que pensé cuando vi a ese hombre al punto de un infarto, fue en mi papá, al que hace unos meses le robaron una moto y casi se muere", dijo Liliana. Después de corroborar que el paquete les pertenecía, la mujer les entregó el dinero y no aceptó ningún tipo de recompensa.

Liliana es costurera. Además tiene un taller comunitario que funciona en su propia casa. Por la tarde, después de confeccionar desde manteles hasta poner cierres a camperas, la mujer da clases de apoyo a los chicos de la zona, de manera gratuita. Su marido es pintor de obra y no tiene trabajo fijo. "Aunque vivimos al día, jamás se me ocurrió quedarme con ese dinero. Y muchos me dijeron que por eso era una tonta. Pero yo prefiero trabajar y dormir con la conciencia tranquila", confesó la mujer.