Los mayores cuentan que le decían La Casona o también, más vulgarmente, la llamaban los Altos del Ferrocarril, por ser uno de los pocos edificios de dos plantas que había en esos años. Era el centro de atracción de los sanjuaninos que vivieron a fines del 1800 y principios del 1900 y fue el símbolo del enorme progreso social y económico de la época. Este edificio es conocido desde el 2003 como Centro Cultural Estación San Martín. Y, ya sea por fenómenos naturales o por cambios en el destino del inmueble, desde su construcción hasta la fecha ha pasado por cuatro modificaciones estructurales.

Ubicado desde siempre en calles Mitre y España, la primera cara del edificio de la ex estación de trenes fue vista en 1885, año en el que llegó a la provincia el primer tren. La obra fue terminada en 1887 y a diferencia de las construcciones de adobe de la época, en ésta se usó la técnica y dirección de constructores ingleses de las empresas concesionarias del ferrocarril. Para la estructura utilizaron rieles en desuso, ladrillos cocidos y madera de algarrobo, que aún se ve en los marcos y puertas.

Una estatua de Salvador María del Carril realizada por Camilo Romarione fue colocada en 1899 en el playón de entrada, que era de adoquines. Con el tiempo, los adoquines se reemplazaron por pavimento y la estatua fue trasladada a la plaza de Desamparados y reemplazada (luego de unos 15 años) por una farola igual a las que adornan la Avenida de Mayo en Buenos Aires, donada por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.

El edificio resistió sin inconvenientes el terremoto de 1894, pero el de 1944 afectó los revoques y algunas paredes del piso alto. Esa planta a la izquierda tenía una sección para los asuntos económicos y financieros de la empresa y, a la derecha, un lujoso departamento con comodidades para el jefe de la estación. Tras ese episodio, la estación mostró su segunda cara: una restauración en la que sólo se pudo conservar la planta baja.

La "Estación San Juan del Ferrocarril San Martín", como asegura que se llamaba realmente este edificio el ex maquinista Ricardo Elizondo, sobrevivió los terremotos de 1952 y de 1957, pero no pudo con la crisis del ferrocarril argentino. Funcionó hasta 1993, año en que se paralizaron los servicios de trenes y el predio quedó deshabitado y sin utilidad.

Tuvo que pasar una década para que el lugar pudiera recuperar su protagonismo con nuevo sistema de iluminación, pintura, clausura de ventanas y puertas para mejor utilización del espacio y el arenado del piso. Así, a fines del 2003, la antigua estación comenzó a cumplir funciones de centro cultural, por lo que se convirtió en escenario de gran parte de las actividades artísticas de Capital y del Gobierno provincial. También se transformó en la nueva sede del área de Cultura municipal.

El próximo viernes se estrenará la cuarta renovación de histórico inmueble. Para ello, fue necesaria una lavada de cara con pintura, mejoras en la luminaria artificial interna y externa, y la apertura de puertas y ventanas que estuvieron clausuradas por más de 7 años con paredes artificiales en las que se apoyaban las exposiciones. Todo ello encarado desde la Secretaría de Planificación Urbana de Capital, a cargo de Juan Terranova. "Es cierto que perdemos en espacio, pero ganamos en el aprovechamiento de la luz natural y en el recupero de las estructuras originales", comentó el secretario de Cultura,Turismo y Deportes de Capital, Luis Meglioli.

El centro está actualmente compuesto por cinco salas que se utilizan para exposiciones, conferencias y muestras artísticas de escultores, fotógrafos, artistas plásticos, escritores y cineastas. También con una sala de ensayos donde realizan talleres didácticos de teatro, danzas, fotografía e instrumentos musicales. El patio del predio, donde antes estaban las vías y al que se accede desde la galería de la estación, es sede de desfiles, conciertos, bailes, torneos, exposiciones a cielo abierto y hasta de la fogata de San Juan Bautista.