La Legislatura, la sede del Partido Justicialista, la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) y la Catedral. Lugares simbólicos y esenciales que marcaron la vida de Margarita Ferrá de Bartol y a la vez, en los que ella dejó grabada su impronta y su sello. En su despedida, su familia quiso que su cuerpo y su alma estuvieran presentes por última vez, antes de reposar en el cementerio de la Capital. Cada uno de esos lugares estuvo repleto de parientes, amigos, compañeros (políticos y de la vida), militantes, conocidos y extraños que se agolparon para brindarle un caluroso aplauso y un adiós cargado de emoción.
El palacio de las leyes tuvo una especial significación para Margarita. Es que fue elegida en dos ocasiones como diputada nacional (en los períodos 2005-2009 y 2009-2013) y se encontraba en la disputa para volver a repetir el mandato en los comicios de este mes. Para rendirle homenaje, las autoridades de la Legislatura local le ofrecieron el recinto a la familia para el velatorio. Su círculo íntimo aceptó y el hall central se convirtió en la sede temporaria para despedirla. El féretro llegó a eso de las 4 de ayer y de inmediato el lugar se cubrió de coronas de flores, entre las que se encontró una enviada por Presidencia de la Nación. Fue así que el interior quedó desbordado y los arreglos florales que siguieron llegando fueron ubicados en el frente de la Cámara de Diputados. En la madrugada, fue el refugio del entorno más cercano y durante el transcurso del día, fue el escenario de cientos de personas que se acercaron para despedirse de ella. Así llegó la casi totalidad de los funcionarios del actual Gobierno, diputados nacionales y gobernadores (ver página 9), referentes de la oposición, profesores de Historia, alumnos y amigos. El clima que reinó fue de desconsuelo y tristeza ante la trágica partida de Margarita. Hubo rostros que reflejaban el dolor, lágrimas que se desbordaban y miradas perdidas que buscaban consuelo. Pero frente a la tristeza, quienes la conocían apelaban al recuerdo, a las anécdotas y así se dibujaron sonrisas, gestos de tierna emoción y felicidad. En el féretro, la diputada nacional recibió el último regalo de una de sus nietas, al que se unió el resto de la familia, que iluminó la capilla armada en el recinto y a cada persona que lo pudo ver. Era un cartel que decía “Te quiero mucho nona”, el cual tenía una foto de Margarita, que estaba rodeada de colores radiantes y brillantes, que brindaban la sensación de un lugar luminoso, un verdadero paraíso.
Cerca de las 17, el cuerpo de la incansable historiadora emprendía su último viaje terrenal. La guardia de honor de la Policía, junto a los familiares, retiraron el ataúd para colocarlo en el coche de duelo. Al salir, un silencio estremecedor y abrumador cubrió las inmediaciones de la Legislatura, el cual se rompió por los estruendosos aplausos de las cerca de 350 personas que allí se reunieron.
De ahí, la comitiva partió hacia la sede del peronismo. Margarita abrazó la doctrina justicialista “por convicción” y “porque vivió las transformaciones que llevó adelante Juan Domingo Perón”, aseguró su amiga, la diputada provincial Iris Romera. En el local de 25 de Mayo y Alem, un nutrido grupo de militantes y funcionarios, la despidió a puro grito y con aplausos a rabiar.
El recorrido final incluyó la misa en la Catedral. La profesora era una férrea practicante del catolicismo, según había reconocido. La ceremonia estuvo a cargo del padre Rómulo Cámpora y de la máxima autoridad de la Iglesia local, monseñor Alfonso Delgado. Este último resaltó la sencillez de Margarita, quien fue “una mujer que sembró paz”. Además, aprovechó para pedir que haya un respaldo hacia el vicegobernador Sergio Uñac, dado que “tiene la responsabilidad más dura”. El arzobispo aseguró que lo que sucedió “es casi como un terremoto”, en el que pidió la solidaridad de todos.
Tras la misa, la otra cita obligada fue la Facultad de Filosofía de la UNSJ. Allí, las autoridades de las distintas unidades académicas, profesores y alumnos se agolparon para darle el último adiós a la legisladora. Margarita se recibió en esa Facultad como profesora de Historia y se convirtió en una referente de la investigación en esa materia y una defensora a ultranza de la obra de Sarmiento. La decana Rosa Garbarino, emocionada hasta las lágrimas, fue la encargada de despedir a su “amiga”. El viaje culminó en el cementerio de la Capital, en donde el saludo final fue con la marcha peronista y a pura emoción.

