Carencia. En la precaria casa donde Carina Calderón vive de prestado, escasean tambien los muebles. La heladera no funciona, por eso los vecinos le donan hielo para que pueda conservar la carne y tomar agua fresca.

 

En el interior es difícil ver y respirar. Clausuraron las ventanas en un intento desesperado de afianzar las paredes y los techos para evitar que sigan cediendo ante la humedad acumulada. Pero, la estrategia no funcionó y avanza el peligro. Esta es la situación que atraviesa Carina Calderón, que vive con sus 6 hijos, de entre 1 y 11 años, en Marquesado, en una precaria casa que se encuentra en riesgo de derrumbe, y en una extrema pobreza pese a sus esfuerzos para salir adelante. Esta mamá soltera, de 38 años, dijo que varias veces pidió ayuda tanto al municipio de Rivadavia, desde donde dijeron que se trata de una situación muy difícil.

Lo primero que hace Carina cada día al levantarse es inspeccionar el estado de la vivienda de adobe en la que vive desde el 2015. Tiene miedo de que los puntales que puso para sostener los techos de caña y barro en las tres habitaciones no resistan. También reza para que no llueva nuevamente. ‘Cada vez que llueve tengo miedo que la casa se venga abajo porque las paredes y el techo van acumulando humedad y están cada vez más débiles. Por las noches casi no duermo para estar alerta y poder sacar a los chicos rápido en caso de derrumbe’, dijo Carina.

Peligro. Los techos de caña y barro de las tres habitaciones de la casa donde vive Carina con sus hijos están vencidos por la humedad que acumulan.

 

Pese a esta situación, la mujer dijo que aún no consiguió ayuda oficial para solucionar el problema de la casa ni para cubrir la falta de recursos para sobrevivir. Agregó que sobreviven con los $35.000 de la Pensión de 7 Hijos que cobra (dijo que la hija mayor tiene 18 años y ya no vive con ella) y de las ganancias que le deja la venta de semitas caseras. Contó que los padres de sus hijos (son 2) no le pasan cuota alimentaria, pese a la intervención de la Justicia, porque no tienen trabajo. ‘Todos los días amaso semitas y salgo a venderlas casa por casa. Pero, con lo que gano a penas me alcanza para comprar algo de comida. Pero mi niños están bien alimentados. Aunque hagan 45 grados de calor les preparo porotos, lentejas y polenta que son comidas más llenadoras, nutritivas y baratas’, dijo la mujer.

Carina dijo que sus hijos ‘se alimentan bien’, aunque sin ningún tipo de comodidad. Es que tienen una mesa, pero sin sillas, y comen parados o sentados sobre el piso de tierra. Ni siquiera pueden sentarse en la única cama que tienen porque está quebrada y tienen miedo que se rompa. Es por eso también que sólo los niños más chicos duermen en ella. El resto lo hace en colchones tirados en el suelo.

Sin camas. Sólo los hijos más pequeños de Carina Calderón duermen en la cama única cama que tienen. El resto duerme en el suelo.

 

Hoy comienzan las clases, y los hijos de Carina asistirán a la Escuela Roque Sáenz Peña como siempre, pero este año sin guardapolvo al menos por ahora. ‘Ya hablé con la directora y las maestras y me dijeron que los mande a clases igual hasta que consiga lo necesario, especialmente al de 4 años que va a empezar el jardín. Fui al municipio a pedir kits escolares, pero me dijeron que no tienen. Mis niños este año no fueron a las Colonias porque no tuve plata para cargar la Sube e ir a inscribirlos. Por eso no les dieron los kits escolares. No sé qué voy a hacer porque la plata no me alcanza para comprarles todo lo que necesitan para ir a la escuela’, sostuvo la mujer.

Fernanda Vives, directora de Acción Social de Rivadavia, dijo que este ‘es un caso complejo’ y que muchas veces se asistió a esta mujer desde el área de Adicciones, de Niñez y de Emergencia Social. Que se le entregaron colchones, módulos de mercadería y kits escolares, pero que desconoce qué hizo con lo recibido. En Desarrollo Humano de la provincia aseguraron que los municipios son los que deben atender estos casos y que tienen recursos para ello.