‘No quiero tomar nunca más en mi vida. Por el vino perdí a mis hijos y quiero recuperarlos’. Con estas declaraciones Sebastián Fonzalida, el padre ebrio que llevaba a su hija en bicicleta, comenzó a relatar su historia de vida. Una historia que transcurrió entre el abandono, la indigencia y el alcoholismo a muy temprana edad, pero que está dispuesto a cambiar según dijo.

Sebastián tenía tres años cuando su madre los abandonó y tuvo que irse a vivir con sus abuelos paternos. Desde entonces no volvió a tener contacto con ella. ‘Cada vez que la busqué y la fui a ver me corrió porque decía que no me quería. Por eso no la busqué más’, dijo el hombre.

Con 8 años Sebastián tuvo que abandonar la escuela para salir a hacer changas con su abuelo. Dijo que así le tomó ‘el gustito’ a la calle que se terminó transformado en su nuevo hogar. ‘Salía de la casa de mis abuelos a hacer changas y no volvía. Me quedaba en el monumento al cemento, donde ahora es el Centro Cívico, a tomar con los hombres que se juntaban ahí. Tenía 12 años. Después, ya me quedaba a dormir ahí’, agregó Sebastián.

Alejado de sus afectos y en total estado de abandono, el joven se convirtió en un alcohólico, vicio que dejó por un tiempo luego de conocer a la madre de sus hijos. ‘Ella siempre estuvo a mi lado y me ayudó a ser mejor persona. Por ella dejé de tomar para hacer más changas y mantenerla junto a los niños. Siempre me la rebusqué para que no les falte ropa y comida, y para mandar al mayor y al del medio a la escuela porque tienen que estudiar y no ser un ignorante como yo. Sólo tomaba de vez en cuando los fines de semana. Pero ya no lo voy a hacer más porque por culpa del vino perdí a mi familia’, dijo.

Sebastián contó que ya averiguó donde funciona Alcohólicos Anónimos para comenzar con su recuperación, ya que está decidido a recuperar a su familia. ‘Desde que se llevaron a mi mujer y a mis hijos sólo tomo agua. Es más fuerte las ganas de que vuelvan a estar conmigo que las de abrir una caja de vino. En la Dirección de la Niñez me dijeron que si dejo de tomar y consigo un lugar mejor dónde vivir me devolverán a los niños. Ya hablé con un amigo a ver si quiere que vivamos con él, pero aún no sabe’, dijo.

Por ahora Sebastián sigue viviendo en la indigencia en una bodega abandonada y haciendo changas porque no consiguió trabajo ni ningún tipo de ayuda.