Comparten la pieza que les armó su tía con los colchones que tenía a mano. Se acuestan con las camas pegadas y duermen abrazados. Y, aunque no les cuesta conciliar el sueño, se sobresaltan durante la noche cuando el hermano mayor grita entre sueños: “¡No, no, no. No matés a mi mamá. Matame a mí!”. Se trata de los 4 hermanitos de 11, 9, 7 y 4 que, según la Policía, presenciaron el asesinato de su madre, Estela Bustos, que estaba embarazada de 6 meses, en manos de su padre, Cristian Fretes. Incluso, el hermano mayor, fue obligado por su padre a ayudarlo a bañar a la mujer muerta y limpiar la sangre. Después de esa tragedia, que sucedió el sábado pasado por la noche, los chicos viven con sus tíos, una prima, el marido y el hijo de la pareja. Y esa familia sólo pide una cosa: que les permitan quedarse con los niños para evitar que los separen.
Ayer, mientras su madre era velada, los tres hermanitos menores jugaban en la puerta de la casa de su tía, junto a una prima, con un auto y un triciclo. El niño de 9 años se encargaba de que su hermana de 7 no saliera a la calle y de sacudir el pantalón de su hermano de 4 cada vez que se lo ensuciaba con tierra. En ese momento, el hermano mayor estaba en el hospital.
“Lo llevó mi esposa, porque le duele la garganta. Está disfónico de tanto gritar y llorar”, contó Julio Alvarado, esposo de Eliana Galván, quien es prima de los niños y consiguió su tutela transitoriamente la noche del homicidio ocurrido en el barrio Las Alondras, de Chimbas. Y agregó que “estamos tratando de que los chicos estén bien. Les trajimos juguetes, películas y hasta nos prestaron una Playstation para que se distrajeran. Se ven tranquilos, pero cada tanto demuestran su dolor. Ayer, mientras jugaba, el más chiquito me dijo: mi papá mató a mi mamá con un cuchillo, lo lavó y lo puso en el cajón de la cocina. Es difícil, pero fueron ellos mismos los que dijeron que se querían venir con mi suegra después de que sucedió todo”.
Por su parte, Nancy Duarte, quien es hermana de la víctima y fue quien la encontró muerta y dio aviso a la Policía, trata de contener su dolor en todo momento y sonríe cada vez que se acerca a sus sobrinos. “Ya vivieron demasiado, no quiero que me vean llorando”, contó. Y agregó que “nos están ayudando muchísimo desde el Gobierno. Pero me preocupan dos cosas. Por un lado, tener acceso a una psicóloga, porque yo intento hacer lo mejor, pero me gustaría que alguien me guíe. Y por otro lado, me tiene mal el pensar que me los podrían sacar. Yo no tengo la mejor posición económica, pero sé que la comida y la educación no les van a faltar. Tengo miedo de que se los lleven y que los separen, no quiero que pierdan el lazo familiar. Además ellos me quieren mucho y dicen que se quieren quedar acá”, dijo la mujer que está desocupada, pero recibe la pensión de su marido que es discapacitado y la ayuda de sus 4 hijos, quienes son mayores.
Al respecto, desde el Gobierno aseguraron que, si bien la decisión final sobre el destino de los niños le corresponde a la Justicia, ellos intervendrán para aconsejar que se mantengan juntos. Afirmaron que, de ser necesario, darán las herramientas suficientes a la familia para que pueda hacerse cargo de los chicos.
LO QUE VIENE:
Los chicos asisten a la escuela Provincia de La Rioja, que está lejos de su nueva casa. Por eso, su tía y su prima ya piensan en cómo hacer para que retomen las clases dentro de poco y puedan terminar el año allí. Aunque les cueste llevarlos, no quieren separarlos de sus compañeros en este momento. “Estamos viendo qué vamos a hacer, porque no los queremos separar de sus afectos conocidos. Ayer les dije que iba a ir a su casa a buscar las mochilas con los cuadernos.
Pero me pidieron por favor que no, me dijeron que no quieren nada de ese lugar, ni siquiera sus juguetes. Y claro, ellos vivieron todo lo que pasó en esa pieza. Así que vamos a tener que salir a comprarles algunas cosas”, contó Nancy. Y Julio, agregó que “ya fuimos a comprarles ropa y zapatillas. Es que cuando nos trajimos a los chicos no pudimos sacar nada de la casa, por la investigación. La nena, por ejemplo, tenía ojotas, no la podíamos dejar así. Después, vino gente del Ministerio de Desarrollo Humano y les trajo un montón de ropa”.
Ahora, Nancy y su familia sólo piensan en qué será lo mejor para los niños y dicen que están dispuestos a hacer todo lo necesario para quedarse junto a ellos. “Yo quiero que estén bien ya sufrieron demasiado con lo que hizo su padre. Espero que se haga justicia y que ese animal pague. Le digo animal porque no se puede tratar de ser humano a alguien que mató a su mujer embarazada de su propio bebé y enfrente de sus otros hijos. Eso es terrible”, reflexionó Nancy.