Que era un volcán desconocido a punto de entrar en erupción, que un sismo imperceptible había desplazado las montañas, que se había activado una zona termal oculta, que las explosiones de la minería habían abierto la tierra. Y, finalmente, que era la señal inequívoca de que hoy, como lo había anunciado un ciudadano de EEUU, se acabaría el mundo. Bastaron 24 horas para que la creatividad jachallera tramara toda esa telaraña de hipótesis ante una versión que comenzó a circular en el departamento: una grieta de unos 5 km, decían, había aparecido en el Noroeste y de ella salían humos frondosos y amarillentos y un denso olor a azufre. Alertado, un comando especial formado por el municipio, el aeroclub y una empresa minera salió a recorrer el área y los alrededores en busca de la grieta. Pero sus miembros volvieron, además de cansados y hambrientos, sin grietas ni humos en su exploración y convencidos de que todo había sido sólo un rumor sin asidero.
La primera mención a la famosa grieta que aún nadie ve, pero que tiene a Jáchal patas arriba, la hizo hace un par de días un artesano, quien dijo haber escuchado algo en una radio iglesiana. El dicho corrió más rápido que la luz, y a las pocas horas casi no se hablaba de otra cosa en el departamento. La grieta fue ganando espacio en el contenido mediático local y, cuando ya se asociaba esa supuesta abertura kilométrica de las entrañas de la tierra con el fin del mundo, entonces el rumor ya era una bola de nieve irrefrenable.
Tanto, que el intendente Jorge Barifusa decidió buscar la grieta. Le encomendó la tarea a su director de Deportes, Luis Codorniú, hábil caminante y conocedor de la montaña. Codorniú armó un grupo de 8 hombres, incluyendo voluntarios del aeroclub, baqueanos y geólogos de Minas Argentinas, la empresa a cargo de la mina de oro Gualcamayo, ubicada cerca de donde se supone que estaría la grieta.
Con dos camionetas 4×4, equipos GPS y mochilas equipadas, la brigada se fue a recorrer la zona conocida como Cordón de La Punilla. Rastrillaron cerros y llanos, se metieron en los rincones, hicieron fotos, golpearon cada puerta de todos los puestos de las zonas cercanas, pero no vieron ninguna gigantesca grieta humeante.
"Hay que ser más responsables al momento de hablar de este tipo de cosas, porque si las versiones son falsas, se trata de algo grave y genera mucho temor en vano", decía ayer al regreso de su expedición Codorniú. "Fuimos a Puesto del Indio, Puesto del Pescado, Puesto Diego, Puesto Virgencita, un radio enorme alrededor de la zona, pero no existe esa grieta ni la fumarola que dicen. Definitivamente, desestimamos que exista algo de esto", concluyó el funcionario municipal, luego de la búsqueda que hizo entre los cerros del Noreste jachallero.