Faltaban pocos minutos para la 1 de ayer cuando comenzó la brillante guerra de colores, con la que cada agrupación marcó su identidad y su eje temático. Al mirar la presentación en conjunto y ver los trajes fue difícil imaginar el trabajo de hormiga realizado para su creación. Las lentejuelas cosidas a mano brillaban perfectamente colocadas una al lado de otra. Y los canutillos enhebrados uno por uno se movían acompasadamente con el sonido de las batucadas. Hasta las botas mostraron lentejuelas en composé. Las protagonistas fueron las plumas. Las hubo verdes, amarillas, fucsias, naranjas y las usaron para separar los distintos sectores de las comparsas. Así de colorida se vio la primera noche del Carnaval Provincial Por Siempre en Chimbas, donde la dedicación que cada agrupación puso en el vestuario fue retribuida por la gente. Es que las 40.000 personas que formaron parte del público (según la Policía) no se movieron a pesar de la llovizna que comenzó a caer a mitad del desfile.

El decorado del escenario anunciaba lo que vendría después, la madrugada de ayer en la calle Mancini del barrio Los Pinos. Máscaras gigantes brillaban en medio de telas colgantes de distintos colores, que hacían juego con las letras pintadas en la calle que advertían el comienzo de la edición número 15 del carnaval chimbero.

Los niños alborotados, que se resbalaban con la espuma que ellos mismos habían desparramado en el asfalto, tuvieron que abandonar la calle. En ese momento comenzó a sonar una sirena sobre el escenario que se mezcló con el ruido de las sirenas de la camioneta de Salud Pública que encabezaba el desfile. Detrás de ella, montadas en otra camioneta, venían la actual Reina del Carnaval y la candidata a Reina del Sol que representa al departamento. Las acompañaba la Reina Infantil del Carnaval y las seguía de cerca, bañado en espuma y arengando al público, el intendente Mario Tello.

Después, se divisó el color. El estandarte naranja de la agrupación Unidos de Villa Paula se movía como un remolino y anunciaba la alegoría del grupo: "Sol y tierra de San Juan". La murga venía detrás, con corbatas, chalecos y pantalones anchos, tobilleras y alpargatas, todo con la paleta de colores naranja, blanco y dorado. Y algunos fragmentos de plumas que volaban indicaban la llegada de las pasistas y la batucada. Los hombres, que hacían sonar fuerte los zurdos y panderetas, impactaron con su vestuario. Las vinchas sostenían un sol coronado con un abanico de plumas y, a su vez, soportaban los antifaces. Resaltaban junto a los sacos blancos bordados con lentejuelas y adornados con la mitad de un sol en relieve.

Todos aprovechaban el momento para bailar y mostrar su brillo al jurado, que puntuaba sin parar. Tenían que lucirse rápido. Detrás de ellos venía la agrupación Costa Norte, que con la alegoría "El circo" le puso aún más color al corsódromo. Las pasistas bailaban moviendo pañuelos largos verdes, rojas, azules y también ostentaban plumas tan coloridas como las de un pavo real. Y en los miembros de la batucada resaltaban los rombos brillantes sobre los trajes blancos, que competían con el traje rojo, negro y blanco de un arlequín.

Los mariachis de la Agrupación Cultural del Este marcaron la diferencia con un vestuario más sobrio: sombreros y trajes marrones y negros bordados con detalles plateados y dorados.

Y ni siquiera la lluvia fina pero persistente que caía pudo opacar el brillo y las ganas de la gente que, con o sin paraguas, siguió aplaudiendo el paso de las 10 agrupaciones que engalanaron la calle Mancini.