La foto viral.

Hace algunos días, este medio publicó una breve nota de color que mostraba a un joven andando en su bicicleta junto con su perro, que iba en el canasto. La fotografía enterneció a los lectores y rápidamente la replicaron en sus redes sociales. DIARIO DE CUYO investigó un poco más sobre el ciclista y su fiel compañero: una historia de superación y alegría.

Con 23 años, Matías Ezequiel Díaz había terminado el secundario y trabajaba en una empresa que abastece la comida y el servicio de limpieza a los colegios de Córdoba –provincia en la que vive hasta la actualidad-; compartía casa con su madre y tres hermanos, además de llevar una vida rutinaria y normal. Pero la vida le puso en frente un reto, tal vez el más duro. Matías había salido del trabajo cuando sufrió un Accidente Cerebro Vascular que lo dejó al borde de la muerte.

Inseparables

Entre la angustia familiar y las plegarias de sus muchos amigos, logró dar batalla y vencer a su "enemigo". Luego de seis días en coma, volvió a la vida con un renacer completo: no sabía hablar ni ir al baño, tampoco vestirse. Su familia lo asistió, le enseñó todo nuevamente y, paso a paso, fue recuperando algo de la calidad de vida que el ACV le había arrebatado.

Sin embargo, las secuelas son un estigma permanente. Matías no podía continuar su vida en la ciudad de Córdoba, por los ruidos y el ritmo frenético –dice que la ciudad "lo aturde"- y decidió irse a la localidad de Capilla del Monte. Establecido ahí, comenzó a dedicarse a la jardinería, vender las plantas y consiguió hacerse de una idea que no lo abandonaría: viajar. Pero no solo, amigos le regalaron a quien es su compañero más fiel: Lucas, el perro.

La relación de Lucas y Matías no tiene ningún fin terapéutico, al menos no conscientemente. Lo cierto es que desde hace años son inseparables. Y, finalmente, después de largas cavilaciones y charlas con la familia, Matías se aventuró.

Hizo varios viajes antes de emprender el más largo, que comenzó el 10 de agosto hacía su San Juan. Porque Matías nació en la tierra del membrillo amarillo y los temblores, precisamente pasó parte de su infancia en el barrio Fragata Sarmiento, Chimbas. Es de estos lares.

La idea era simple pero de difícil ejecución. Había viajado en colectivo porque su condición administrativa de discapacitado le permite la gratuidad en el pasaje de larga distancia. Ahora sería un poco diferente. En una bicicleta perfectamente acondicionada con compartimentos para llevar equipaje y con una carretilla en la parte de atrás para Lucas, Matías partió de las Sierras rumbo a Cuyo, donde lo esperaron muchos amigos.

Fue en una de las tardes de amigos y dique, en la que otro paseante tomó la fotografía con Lucas. La carretilla se había roto y el perro debió ocupar la delantera en el canasto verde. Estaban jugando, como lo hacen siempre, sólo que esta vez en el dique de Ullum.  Con sus 30 años, jugar es la forma de vida que eligió después de los días duros y aciagos. 

Sus cosas y su perro, todo en la bici

Los amigos de Matías son el otro pilar de su vida. “El chueco”, como lo llaman, supo ganárselos a fuerza de carisma y alegría. Cuando llegó a la provincia, lo recibieron entre el coreo de su apodo y abrazos. La madre, un poco asustada, preocupada pero profundamente orgullosa, compartió el video que retrata el momento y escribió: “cumpliste tu sueño, eso nos enseña que todo lo que uno se propone, se puede”.