‘La palabra de Dios te arrastra y te saca de la tumba, porque la cárcel es una tumba. Yo me bautizo para purificarme, para empezar otro camino’, contó Rodolfo Carrizo (34), quien hace 14 meses se encuentra alojado en el pabellón 10 de la Unidad 2, en el Penal de Chimbas. Rodolfo está procesado por tentativa de abuso sexual y dice que en la religión encontró un pilar para salir a flote desde que está preso, por segunda vez. Él fue uno de los 16 internos que se bautizaron dentro del Penal, en una ceremonia que el pastor Osvaldo Vega, de la Iglesia Verbo de Dios del Ministerio Carcelario, repitió luego de casi tres años. DIARIO DE CUYO fue testigo del ritual, que se hizo bajo un sol abrasador y alrededor de una pileta de lona que acunó las aguas bautismales.
Para la ceremonia, Vega no estuvo solo. Llegó al Penal con otros pastores, unos internos que profesan la religión y gozan de salidas transitorias y sus esposas.
En el patio lindero al pabellón ya había una pequeña pileta de lona, lista para la ceremonia. El sol a las 3 de la tarde no tenía piedad, pero los visitantes y una treintena de internos se reunió alrededor de la pelopincho, mientras el pastor comenzaba con los rezos. Fabián Garín (37) tomó la guitarra y empezó a sacar algunos acordes. Él tiene régimen de salidas transitorias desde hace un año y medio, por una condena por homicidio y robo en el ’99. ‘La pasé muy mal, pero acá adentro de la cárcel encontré la palabra de Dios. Al poco tiempo que me bauticé me dieron las salidas y no me alejé nunca más de la religión’, dijo este padre de 9 hijos.
El pastor evangelizaba y algunos daban testimonios de sus vidas, atravesadas por el delito y la pobreza. Entre las frases, una palabra se repetía: ‘libertad’. Hablaban de una libertad que anhelan y esperan, pero también de una libertad que va más allá de los muros.
‘Libre, tú me hiciste libre, Señor’, cantaban, a la vez que el pastor convocaba al llamado Líder de la Palabra de Dios dentro del pabellón. Es Sergio Núñez (34), con una condena de 36 años por abuso y robo. ‘Trato constantemente de hablar con los internos, especialmente con los que están deprimidos o que la pasan mal con las drogas. En esos momentos, una palabra de aliento sirve mucho’, afirmó.
Luego, invitados por Núñez, uno a uno los internos dejaron sus zapatillas y entraron a la pileta, donde estaban los pastores Vega y Francisco Sánchez. ‘¿Promete serle fiel a nuestro Señor Jesucristo desde hoy y hasta su venida?’, preguntaba Vega. Y ante la respuesta afirmativa, empujaban la cabeza del interno hacia atrás, hasta que todo el cuerpo quedaba cubierto por el agua. ‘Conforme a su testimonio, yo lo bautizo en nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo’, apuntaba Vega, ante los gritos de ‘gloria a Dios’ y ‘aleluya’ de los presentes.
Todo entonces fue música, cantos alegres, manos en alto y biblias que se tomaban con fuerza, siempre con la mirada atenta de los guardiacárceles. El bautismo se cerró con abrazos, felicitaciones y un pequeño brindis con jugo, que apagó el fervor de una emotiva ceremonia y el calor de un sol que no dio tregua.

