"El único modo posible de formar buenos ciudadanos es que la gente común sepa de Derecho". Este fue el pensamiento que guió a Domingo Faustino Sarmiento y que hizo que se transformara en un docente del Derecho y que, aún sin haber pasado por una universidad, lograra que en Estados Unidos lo nombraran Doctor en Leyes Honoris Causa. Fue además reconocido en su época por sus dotes de jurista. Son estos aspectos los que investigó Pascual Alferillo, el juez sanjuanino que forma parte de la Academia Nacional del Derecho de Córdoba y que está haciendo una recopilación sobre la actividad jurídica del prócer para plasmarla en un libro.
"Sarmiento quiso ser abogado pero el origen humilde de su familia fue un obstáculo porque no pudo acceder a la universidad. Pero esto no le impidió conseguir su propósito de ser reconocido por su versación en temas jurídicos", dijo Alferillo. De las obras jurídicas más importantes de Sarmiento, están las vinculadas al Derecho Constitucional. Entre las publicaciones más importantes, está la nota que escribió en 1848 en el diario El Progreso, en Chile, y que tituló "Lecciones populares de Derecho". Este escrito fue el modo que encontró Sarmiento de hacerle llegar a la gente común temas que en esa época sólo eran tratados por las elites. "Fue un precursor en enseñarle al pueblo el Derecho", agregó Alferillo.
Sarmiento también publicó en 1850 "Argirópolis o la Capital de los Estados Confederados del Río de la Plata" y tres años más tarde escribió "Comentario de la Constitución de la Confederación Argentina". "Derecho de Ciudadanía en el Estado de Buenos Aires" fue un escrito publicado en 1854.
Lo llamativo de Sarmiento es que si bien no pudo llegar a estudiar Derecho en una universidad, obtuvo méritos y logros como si hubiese tenido el título de abogado. Fue el primer profesor de la cátedra de Derecho Constitucional de la Universidad de Buenos Aires, designado mediante un decreto, en 1856. Pero además, las Universidades de Michigan y Brown, de Estados Unidos, le concedieron el título de Doctor en Leyes Honoris Causa.
"No hay influencia más considerable que la del poder judicial: es de todos los días, a instantes roe todas las cosas que afectan a la felicidad de los individuos. No hay pues ninguno que convenga reglamentarse con más prudencia y circunspección", escribió Sarmiento. Por esta razón, según explicó Alferillo, Sarmiento propuso dotar de independencia al Poder Judicial. Pero además, en la etapa inicial de la organización nacional, y sabiendo que había pocos abogados en las provincias, a excepción de Buenos Aires y Córdoba, el prócer sugirió, para consolidar la justicia, la creación de un cuerpo nacional de jueces (la actual Justicia Federal).
Siendo gobernador de San Juan, Sarmiento instituyó oficinas de Justicia y de Paz en todos los departamentos para el cuidado de menores y también instauró el cargo de fiscal de Distrito. A lo largo de toda su vida Sarmiento ocupó puestos clave que tuvieron que ver con la elaboración de normas y leyes. Fue concejal electo en Buenos Aires, y senador, un cargo que abandonó para transformarse en ministro del Interior y luego superintendente de Escuelas.