En el momento en el que su creador definió al Tamagotchi como una "criatura viviente que viajó millones de años luz por el ciberespacio para enseñarles a sus dueños a ser responsables", los adultos comenzaron a mirar con desconfianza algo que parecía ser sólo un juego. ¿Los chicos estaban listos para ver morir a su mascota, aunque sólo fuera virtual, sabiendo que lo que ocurriera dependía de ellos y de su responsabilidad? 

Actualmente, estos cuestionamientos suenan absurdos. Sin embargo, en aquel entonces era una preocupación recurrente por parte de los padres. De todas formas, comerciantes y empresarios se encargaron de repetir una y otra vez que sólo se trataba de un juguete como tantos otros, nada más. Y el tiempo les dio la razón.  

De hecho, poco a poco la moda comenzó atrapar a adolescentes, jóvenes y adultos. A San Juan llegó en octubre de 1997, hace ya 24 años. Se comercializaba por $15 y se vendía como pan caliente. El invento japonés era un verdadero boom. Con el tamaño de un llavero, este ‘bichito’ no tardó en convertirse en el juguete preferido de todos. 

¿Cómo funcionaba? Simple. Se trataba de un animalito que nacía y crecía hasta morir si no recibía la correcta atención de su dueño o sencillamente porque su ciclo de vida estaba cumplido. La persona que lo compraba debía satisfacer, mediante la pulsación de botones, una serie de necesidades que iban desde comer hasta educarlo, jugar, limpiarlo medicarlo cuando estaba enfermo y apagarle la luz cuando se quedaba dormido.  

El periodo de vida podía ser de horas, una semana y hasta 16 días, dependiendo si había sido atendido por su dueño o no. De todas formas, tenía un botón de ‘reset’ que lo hacía nacer otra vez.

Cuando la mascota moría aparecía una cruz en la pantalla.

La polémica

No pocos psicólogos consideraban la mascota virtual afectaba directamente la psiquis de los más chicos. "Es cruel darle a los niños la responsabilidad de la muerte de un ser inanimado que, si bien es virtual, para ellos es real. Esto trae aparejado como consecuencia un gran sentimiento de culpa porque se cree que la mascota murió por no ser atendida como corresponde", explicó una profesional a DIARIO DE CUYO, según los reportes de la época. 

"Este juguete es de doble filo ya que demanda muchas necesidades que un niño puede olvidar. Es un juego que carga de obligaciones y genera mucha dependencia. Esto me parece muy patológico, porque este objeto pone exigencias que trastocan toda una jornada al provocar una gran atención", agregó la mujer.

En contrapartida, los comerciantes consideraban que todo este analisis no era otra cosa que una exageración. "Los niños saben diferenciar un juego de una realidad y estas mascotas no vuelven loco a nadie", aseguraban desde las importadoras locales. 

"No son tan malos como dicen, al contrario, con algo tan pequeño los chicos aprenden a ser responsables. Se puede llevar a todas partes. Los cuidados que requieren llevan a los niños a estar muy atentos y cuidarlos como si se tratara de una verdadera mascota", expresaban. Lo cierto, es que la grieta era bien marcada. 

Otro de los temores que comenzaron a aparecer estaba relacionado a qué harían los chicos cuando fueran a la escuela. Es que cuando el ‘beeper’ sonaba, había una necesidad que debía ser resuelta de forma urgente para que el Tamagotchi no pasara a mejor vida. En algunos establecimientos se llegó a prohibir que los alumnos fueran con ellos y en otros las docentes solicitaban que los guardaran en una caja hasta que terminara la clase, para evitar distracciones.

Lo cierto es que como casi todos los juguetes, pasó de moda y desapareció. En realidad, se transformó. Es que actualmente, es muy habitual que los chicos descarguen en los celulares de sus padres juegos como Talking Tom, el famoso gatito al que hay que alimentar, bañar, sanar, entretener y hacer dormir, aunque no muere ante la falta de cuidados. Para los más grandes existen juegos como The Sims, de características similares. 

Hace unos meses, y con el objetivo de volverlo a la vida, el Tamagotchi fue lanzado a nivel mundial este años, pero en versión totalmente renovada. A color y con la posibilidad de conectarse a internet, ahora los bichitos pueden casarse y tener hijos. Si bien mantiene la forma de huevo original, más tres botones táctiles, la compañía mejoró la jugabilidad adaptándose a las nuevas demandas.

El Tamagotchi actual.