La calle Catamarca se transformó en una marcada línea limítrofe. Hasta hace una semana, al mirar desde allí hacia el este se veía la zona de mayor concentración de los lavacoches de Capital. Los baldes y charcos de agua invadían las dos cuadras siguientes y se hacía notar el caos vehicular. Pero, desde el lunes pasado, cuando se produjo la extensión del sistema de Estacionamiento Controlado, el panorama mutó. Hacia el este se ve orden y pocos autos estacionados. Y el caos se percibe hacia el oeste, zona que fue invadida por los lavadores de autos que se desplazaron dos cuadras desde su sector habitual, creando así la nueva meca de los lavacoches.
La modificación se nota desde el lunes pasado, cuando se amplió la zona de estacionamiento tarifado para llegar desde Entre Ríos hasta Catamarca y desde Libertador hasta Santa Fe. Como consecuencia, en las cuadras de Ignacio de la Roza entre Entre Ríos y Catamarca, que antes eran tierra de lavacoches, ahora reina el orden y la limpieza. Es que allí realizan su tarea los hombres de camperas turquesa que, tickeadoras en mano, recorren box por box cobrando a la gente por estacionar.
Mientras tanto, en las cuadras comprendidas en la misma calle, pero entre Catamarca y Santiago del Estero, los hombres con rejillas en los hombros y baldes a su lado lavan vehículos y los ordenan para que estacionen. Están bien organizados y no se ven las mimas caras a lo largo del día. Es que, como son alrededor de 35 lavacoches los que se juntaron en dos cuadras, desarrollan su actividad en distintos turnos: un grupo se ve en la mañana. Otro, que es el más numeroso llegando a 10 personas por cuadra, lo hace en la tarde. Y el último turno llega a la zona por las noches.
El contraste entre ambos sectores también está marcado en la cantidad de vehículos que ocupan los espacios de estacionamiento. Mientras donde está en funcionamiento el ECO llega a verse hasta la mitad de los boxes libres, las cuadras de los lavacoches se ven repletas de vehículos. Y, en algunos casos, se puede observar autos estacionados en doble fila esperando un lugar desocupado. Claro que la gente que decide dejar su vehículo allí tiene que hacer malabares y pasos de baile para bajar de sus autos y esquivar los charcos de agua que invaden el asfalto si no quieren mojarse los pies.
Así, a pesar de las especulaciones de que con la implementación del sistema de estacionamiento tarifado se terminaría el trabajo ilegal de lavar y cuidar autos, la actividad continúa vigente. Sólo que más lejos del centro comercial y más concentrada que antes. Y, teniendo en cuenta que muchos de los lavadores se han ido desplazando con la implementación del sistema desde la calle Mendoza hasta la actual zona, es probable que continúen moviéndose para terminar trabajando en las calles aledañas al flamante Centro Cívico, según ellos mismos pronosticaron.

