Los chicos ingresaron formados unos tras otro al comedor, en silencio. Hasta que llegaron al mesón donde estaban apilados los regalos para los cumpleañeros. Todos se agolparon alrededor, entre codazos y pisotones, tratando de descubrir qué había en los paquetes. Las maestras y celadoras tuvieron que pegar un par de gritos, y luego volvieron a intentar mantener la calma durante la fiesta. Esto sucedió en la Escuela Hogar, el jueves pasado, cuando la empresas de ambulancias SMI le festejó gratis el cumpleaños a 67 alumnos.

Los médicos, enfermeros y empleados del SMI no daban abasto sirviendo gaseosa y reponiendo las papas fritas y chizitos. Los 200 chicos que estuvieron en este primer festejo comieron rápido para poder subirse a uno de los cuatro castillitos inflables que colocaron en la escuela. Bastó que dos varones subieran a uno de ellos para que el resto corriera, atropellando todo lo que había a su paso, para subirse a los demás. Aunque la alegría les duró poco. Las montañas de zapatillas, apiladas al lado de estos juegos, hicieron que los cables se desconectaran y los castillitos se desinflaran.

Los organizadores de la fiesta aprovecharon ese momento para decirles a los chicos que, antes de divertirse en estos juegos, una sorpresa los esperaba en el salón de actos. Los chicos volvieron a correr desesperadamente para ponerse las zapatillas, ante los gritos de las maestras que pretendieron mantener el orden. Lo lograron, pero sólo hasta que los pequeños vieron aparecer los títeres de David Gardiol. Con risas, palmas y silbidos, los pequeños presenciaron la función que culminó con el canto del cumpleaños feliz.

La fiesta continuó con baile, torta, piñata, regalos y mucha alegría. Sobre todo para los alumnos de la Escuela Hogar, que el jueves pasado tuvieron por primera vez una fiesta de cumpleaños con tanta pompa.