No es fácil ser parte de la mesa de control. Y más si se trata de un Mundialito de hockey en el que juegan más de 400 chicos. Mario Navarta, Matías Quiroz y Jorge Becerra (de izquierda a derecha) son los encargados de ocupar ciertos roles que cansarían a cualquiera. El primero sería un supervisor, encargado de que todo marche viento en popa. El segundo completa planillas y controla el tiempo y los goles, mientras que el tercero es la voz del estadio. Eso sí, ninguno se salva de las complicaciones que genera el torneo: recibir las quejas de los entrenadores y lograr que los equipos respeten el horario estipulado. A los tres los une el hockey, y los tres son sinónimo de paciencia.