Demasiado sufrimiento, demasiado calor y muy lejos de casa. Cada día convive con el rostro de la desesperanza, con los enfrentamientos violentos, las protestas, los niños que suplican por agua y que deambulan perdidos, buscando a una familia que seguramente no encontrarán. Es lo que vive Ricardo Ariel Espinoza, un soldado sanjuanino que está en Haití en una misión de paz. Para él, estas son escenas cotidianas y con las que se viene enfrentando desde hace casi 6 meses, cuando llegó a ese país con un escuadrón de Cascos Azules de la ONU. Pertenece al RIM 22 y su historia es un homenaje al Ejército Argentino, que hoy cumple 201 años.
“Hay días muy tranquilos y otros en que se desconocen todos. La semana pasada explotó un departamento y estuvimos más de 6 horas para calmar a la gente. Fue un caos. Llovían piedras y otros objetos. Los haitianos a veces son muy violentos”, cuenta.
Ricardo ve a diario a la gente sufrir, sobre todo a las mujeres y a los niños que son los que acarrean el agua desde largas distancias, para poder sobrevivir. “Los hombres no quieren trabajar y mandan a sus mujeres a vender cualquier cosa”, cuenta.
La pobreza en Haití es anterior al terremoto del 2010. Pero después de esta catástrofe los problemas se agudizaron. Un brote de cólera azotó al país hace unos meses, aunque Ricardo asegura que ahora está todo controlado. “Si te enfermas, hay que pedir por favor que no te lleven a un hospital. Están sucios, destrozados. El mal olor es insoportable en Puerto Príncipe. Hay mucha dejadez por parte de la gente y es difícil revertir ese modo de vivir”, cuenta el sanjuanino. Muchas veces, los argentinos tienen que dar a los niños su propia ración de alimentos y agua para evitar que terminen más enfermos o mueran. Ricardo volverá a Argentina cuando llegue el relevo que es otro escuadrón conformado por 32 soldados sanjuaninos.
A las condiciones sanitarias desastrosas, se suma la convulsión social y política que hay en el país. Haití pasa por un período electoral lleno de encontronazos y de acusaciones de fraudes en los escrutinios. Hay enfrentamientos callejeros y cortes de calle constantemente. El sanjuanino cuenta que la situación es cada vez más violenta y difícil de manejar. Las peleas callejeras son usuales como así también el ataque a los vehículos militares. Y son en estas situaciones donde los soldados tienen que intervenir para imponer la paz y evitar que haya enfrentamientos entre los mismos pobladores.
“Acá es como estar en medio de la nada. Pero yo acepté venir y me llevo una experiencia maravillosa, porque sé que puse mi granito de arena para ayudar”, dice mientras se prepara para las elecciones que se realizarán hoy, en uno de los distritos de Puerto Príncipe. “Tenemos que estar para controlar que no hagan fraude. Te acostumbrás a que los haitianos se juntan en masa y cuando se enojan son muy difíciles de calmar y se ponen furiosos. En esos momentos hay que calmarse”, cuenta Ricardo, cuya única conexión con el mundo es el acceso esporádico a internet. No tienen ni teléfono ni televisión. Pasan semanas sin saber qué sucede fuera de ese país. “Hay momentos que extraño tanto a la Villa Arturo, donde nací. La nostalgia ataca más fuerte acá, sobre todo cuando estás de frente a la miseria humana”, dice.
Ricardo, fanático del Yeyo y verdinegro hasta la muerte, no ve la hora de regresar. Pero asegura que más allá de lo que está viviendo, no dudaría en ofrecerse para otra misión de paz.