Dalma mira el pizarrón y copia la tarea de matemática. Escribe con la mano derecha mientras que con la izquierda intenta que Isaías, su hijo de 1 año y 8 meses, tome el jarabe antifebril. Dalma tiene 18 años y es una de las tres madres que asisten con sus hijos a la misma aula de un Centro Educativo de Nivel Secundario (CENS) en un intento por terminar el secundario. Lograr la meta no es sencillo, pero cuentan con la colaboración desinteresada de compañeros y profesores para concretar el sueño de graduarse. Estos casos, aunque resulten curiosos, son habituales en la provincia. Pero recién tomaron trascendencia luego de que por las redes sociales se viralizara la foto de Juan Carlos Brizuela, profesor de un CENS de Caucete, donde se lo ve dictando clase mientras tiene alzado el bebé de una de las alumnas.

Desde el Ministerio de Educación dijeron que son muchas las madres que se ven obligadas a concurrir a clases con sus hijos. Agregaron que a ninguna se le impide esta posibilidad porque el objetivo principal es que terminen los estudios. Pero que son pocas las que lo logran (ver a parte).

Durante la clase de Biología los alumnos hacen un esfuerzo por escuchar las explicaciones de la profesora. Todos susurran para no despertar a Ruth, de un mes y medio de vida, que finalmente se quedó dormida luego de pasar por los brazos de todos los compañeros de Yhoana, su mamá. Esta joven de 27 años se propuso terminar el secundario para conseguir ’un trabajo digno’. Su objetivo es darle estudio y casa a sus dos hijos. ’Hay días que también tengo que traer a clase a mi hijo de 5 años porque mi marido se va a trabajar y no puede cuidarlo. Se me complica poner atención a los profesores y cuidar que mi hijo no se vaya. Por suerte tengo la ayuda de todos los de la clase’, dijo la mujer.

Micaela ya sabe que pasará otra noche despierta hasta las 3 de la mañana para completar la tarea escolar. Es que Uma, su hija de 10 meses, estuvo muy inquieta durante la clase y ella no pudo tomar apuntes. Por suerte esta vez no tendrá que ’molestar’ a sus compañeros para que le pasen la tarea por Whatsapp. Kevin, su pareja y padre de la bebé, también pudo asistir a clase después del trabajo. ’Los dos decidimos terminar el secundario para tener un título y la posibilidad de hacer una carrera. Entre los dos nos damos aliento para continuar porque no es fácil. A veces terminamos el día muy cansados, pero nos volvemos a cargar las pilas para arrancar de nuevo’, dijo la joven.

En el Anexo del CENS de Pocito funcionan 8 aulas. En cada una hay, en promedio, 3 alumnas madres que van a clase con sus hijos. Para contenerlos a ellos y permitir que ellas puedan estudiar con más tranquilidad comenzará a funcionar una guardería el año que viene. ’Hay un aula chica que está desocupada. La vamos a pintar y acondicionar para que allí puedan estar todos los niños jugando. La propuesta surgió de las propias mamás’, dijo Roberto Ramírez, director del Anexo.