Los sábados por la mañana suelen ser movidos en la peatonal, pero como el de ayer, pocas veces. El cruce de las peatonales y parte de la Tucumán fueron un torbellino de actividades de distintas instituciones y por momentos se asemejó a una gran kermesse.

La Expo Cáritas se mezclaba entre las mesas de una confitería y por la Tucumán seguía como un largo pasillo, con mesones llenos de productos y, de fondo, música latina. Los expositores eran de las distintas Cáritas Parroquiales de la provincia, que mostraron conservas, telas pintadas, tejidos, cuadros y hasta un puesto de manicura. Y como no hay kermesse sin juegos, los niños se divertían en unos stands con juguetes didácticos y libros infantiles.

Ya sobre el cruce de las peatonales, unas mujeres de guardapolvos rosados vendían calendarios a 5 pesos y no se cansaban de dar gracias. Eran del Cuerpo de Voluntarios del Hospital de Niños y vender almanaques con dibujos hechos por los chicos internados es una actividad que realizan anualmente para recaudar fondos. ‘Esto lo hacemos todos los 20 de noviembre, porque ese día la ONU aprobó los derechos del niño. Pero como ahora caía domingo, adelantamos la jornada‘, contó Beba de Ortiz, presidente de Cuvohni. En el stand además expusieron algunos trabajos de madres de chicos internados, que realizan durante las largas horas de espera.

A pocos metros, el Departamento de Música de la Facultad de Filosofía de la UNSJ brindaba un concierto por la Semana de la Música. Primero, un cuarteto de la cátedra de saxofón (integrado por la profesora y tres alumnos) ejecutó temas de jazz y tango, mientras que luego se presentaron un guitarrista y un clarinetista.

El cierre estuvo a cargo de Juan Carlos Liendro, con flauta traversa y tambores, ante el aplauso de la gente que había formado un círculo alrededor.

Entre esos acordes, la gente de la Fundación Solydar repartía folletería invitando a una jornada de debate y a un homenaje a dos mujeres sanjuaninas muertas violentamente por sus maridos, que se hizo ayer en la tarde. Y para llamar la atención de los transeúntes, Matías y Susana estaban disfrazados de bufón y payaso. ‘Nos disfrazamos porque así captamos más la atención de la gente. Se acercan los niños y nosotros aprovechamos para hablar con los padres‘, contó Matías.

A ese colorido tan particular se sumaron los personajes habituales del paseo, como los que pintan con aerosoles y hacen sorteos entre el público, los artesanos y las promotoras, como para que no faltara nada ni nadie.