Encuentro. Daniela Espejo se reencontró con su mamá Yolanda ayer por la mañana en el aeropuerto sanjuanino y luego pasó el día recuperando fuerzas luego de angustiantes meses vividos secuestrada por su pareja en India.

El vuelo AR 1430 aterrizó ayer a las 7,08 en el aeropuerto sanjuanino y minutos después se produjo el ansiado primer abrazo de reencuentro entre Daniela Espejo y su mamá Yolanda, quien comunicó al Ministerio de Gobierno de la Provincia el pasado lunes la situación de cautiverio que vivía en la ciudad india de Bombay Daniela, por determinación de su pareja, lo que originó el operativo de asistirla para poder regresar a su lugar de origen.

"Esto fue un secuestro" y "me arrepiento de no haber indagado mejor a las personas", en referencia a su pareja, fueron las dos frases principales de Daniela en el breve contacto con la prensa en el aeropuerto antes de subirse al utilitario que las trasladaría hasta su casa en Rawson a madre e hija, donde también viajó la directora de Relaciones Institucionales de la Provincia, Elena Peletier, quien afirmó que estará a disposición un equipo para contener a la sanjuanina si lo necesita.

"No estoy bien en este momento y no puedo hablar", señaló Daniela antes de apurar el paso buscando la movilidad, aunque agregó luego su "agradecimiento" a la Embajada argentina en India, al Gobernador y a la Cancillería por lo que hicieron"

Quiero agradecer a todos los que me ayudaron porque yo vivía una situación increíble.

DANIELA ESPEJO

Daniela conoció en Sudáfrica hace años a un afgano, en el marco de un curso sobre islamismo. Volvieron a contactarse a través de redes sociales y Daniela viajó a India hace 6 meses, con la ilusión de comenzar una nueva etapa de su vida. Pero las expectativas se diluyeron ante una cultura exacerbadamente machista y Daniela fue atravesando cada vez peores situaciones, al punto de vivir momentos de cautiverio. Yolanda comenzó a tener nociones que la relación de su hija no era lo que había supuesto hace 2 meses y en los pocos contactos posteriores que tuvo pudo saber de la situación de riesgo.

Así fue que el pasado lunes denunció lo sucedido en el Ministerio de Gobierno, quien se puso en contacto con Cancillería. El operativo consistió en que Daniel se dirigiera a un lugar, donde fue trasladada hasta la casa del cónsul argentino. Desde ahí, viajó a Argentina. Antenoche llegó a Buenos Aires y luego de estar unas horas en la Casa de San Juan, tomó otro vuelo, con destino a San Juan.

La mano izquierda de Yolanda aferrada al brazo derecho de Daniela fue la primera imagen que captaron las cámaras periodísticas a la salida de las dos mujeres del sector de arribos.

La bioquímica ya está en su casa materna, recuperándose de una experiencia traumática.


 

Opinión

Una cultura misógina

Por Laura Guajardo Licenciada en Trabajo Social


La primer lectura que esta situación refleja no es solamente una violación a los derechos de la mujer, sino también a los derechos humanos.

Para tratar de entender, aunque eso no significa justificarlo, es que en India existe una cultura patriarcal, machista y misógina que viene de tiempos ancestrales.

A pesar de que en los últimos años hubo numerosos intentos desde el Estado de ese país de tratar de proteger a las mujeres, mediante la elaboración de leyes incluso, hoy la cuestión cultural hace que consideren que las mujeres no tengan los mismos derechos que los varones. Por ejemplo, aunque ya se prohibió por ley la dote en un casamiento, en la gran mayoría continúa aplicándose.

Así, la mayoría de las mujeres pasan de ser propiedad de los padres a ser propiedad del marido.

Por eso, desde esa lógica, está bien que las maltraten a las mujeres.

Las mujeres en India no tienen derechos sexuales, reproductivos, económicos y todo es por una cuestión cultural.

Me cuesta mucho ponerme en el lugar de esta chica que tuvo que vivir bajo ese régimen.

Si bien surge la imagen de la meditación, la espiritualidad, en India hay cifras espantosas. Son miles de mujeres que mueren por año por femicidio. Son miles de niñas que mueren al nacer porque no son varones. Las violaciones son constantes, incluso en el matrimonio, y prácticamente no hay condenas. Una mujer que queda viuda joven no tiene ningún derecho económico, sino que quedan para sus suegros. La mujer sufre una desprotección social y cultural que hasta cuesta imaginar.