Miles de niños han muerto por el terremoto del martes en Haití, donde la mitad de la población tiene menos de 18 años, y muchos más están heridos, huérfanos o ambas cosas a la vez, sin tener contención psicológica ni afectiva por lo que viven “un trauma tremendo”, advirtió ayer Unicef.

“La situación de los niños es muy compleja, son los más vulnerables” ante la caótica situación, dijo a Télam la argentina Tamar Hahn, oficial de comunicaciones del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Hahn llegó el jueves a la devastada capital haitiana, donde el sismo también destruyó parte de las dependencias de Unicef.

Un grupo de unas quince personas de Unicef coordina con ONGs el trabajo para atender las necesidades de los más pequeños y darles contención ante la tragedia en la que están inmersos.

Cuando ocurrió el terremoto “no había chicos en las escuelas, pero sí los había en las guarderías, de las cuales muchas colapsaron” por el sismo, indicó la funcionaria de Unicef.

“Un número enorme de niños se ha visto afectado: han muerto, han perdido a sus padres o están separados de sus familias por el caos que siguió al terremoto. Falta acceso al agua, a los alimentos, a la ayuda psicológica, viven un trauma tremendo”, describió.

Hahn, una argentina-israelí de 37 años, ayer estuvo visitando chicos heridos en los improvisados hospitales.

“Algunos están graves. Hay una nena de dos años que revivieron pero no sabe cómo se llama, tiene retardo mental y físico y llora desesperadamente”, relató, conmovida.

“Como Unicef nos toca encargarnos de estos niños”, dijo y explicó que arman “centros de recepción para que tengan un lugar donde estar seguros”, porque “solos son más vulnerables a todo tipo de abusos”, aún en esas desgarradoras circunstancias.

Por ahora, instalaron una carpa gigante en la que colocaron camas y allí asisten a los chicos mientras investigamos qué ha sucedido con las familias.