Mientras la cargadora empujaba la basura hacia el interior de la planta de residuos, a pocos metros un Piñón Fijo hacía reír a los niños junto a Bob Esponja. Más allá, tres castillitos no daban abasto y en el medio, el gobernador Gioja festejaba un golazo en el metegol. El Parque de Tecnología Ambiental, que recibe la basura del Gran San Juan, Pocito, Ullum y Zonda, se convirtió ayer en un verdadero patio de juegos, donde los hijos de los empleados del lugar festejaron el Día del Niño con chocolates y facturas.
La iniciativa nació para mostrarles a los chicos el lugar donde trabajan sus papás, pero a la vez fue una demostración de pulcritud del predio que procesa 140 de las 700 toneladas diarias de basura que recibe a diario.
Fueron poco más de 100 chicos los que le dieron un color único al lugar, que llegaron en colectivos contratados por la Secretaría de Ambiente, sobre las 11. Ya el chocolate que preparó Gendarmería estaba humeante y los esperaban 300 medialunas. Santiago Fredes (8) se bajó del micro y comió a las apuradas, antes de desaparecer en un castillo. Llegó con sus hermanos Rocío (13) y Luis (14), que se turnaron para cuidarlo. Es hijo de Roberto, uno de los 55 empleados de la planta que antes juntaba basura en el vertedero para vender. “Cuando acá no existía esto (por la planta) yo entraba a las 5 de la mañana y me iba a las 6 de la tarde. Juntaba nylon, vidrio y plásticos, que vendía en chacaritas.
Hoy estoy en la línea de clasificación de residuos y me pone contento que mis hijos vean dónde trabajo”, contó Roberto.
La animación fue del grupo solidario Posibilidad para Todos, que divirtió a los chicos con jóvenes disfrazados de diferentes personajes, desde Homero Simpson a los Bananas en Pijamas. Y cuando el gobernador Gioja llego de una recorrida que hizo a la planta, se prendió en un trencito que se armó al ritmo de una canción de los Caligaris. Angel Maradona miraba la escena sin dejar de sonreír, mientras le daba una mamadera a Selene (2). Él también vivió del cirujeo antes de convertirse en empleado de la planta. “Aunque Selena es chiquita, me gusta compartir esto en el mismo lugar donde trabajo. Yo acá pasé calor y frío y sufría por las moscas, pero ahora mi hija se toma un chocolate conmigo”, comparó Angel. Fue un día único en la planta, que vivió una experiencia inédita a poco menos de cuatro meses de su inauguración.

