Esa postal pudo verse ayer en la tarde durante la previa del cierre de la Fiesta Nacional del Sol, que la gente se dispuso a vivir con un verdadero picnic playero.

La familia Algañaraz fue precavida. Este año prefirió llevar sillas playeras antes que los banquitos de plástico como lo hizo en años anteriores. Llegaron al cerro del autódromo a las 16.30 (media hora después de que quedó habilitado el ingreso a ese predio) y sabía que la espera iba a ser larga. "En estas reposeras podemos estirar las piernas y hasta dormitar un rato -dijo el jefe de familia-. Si no estás cómodo, no podés disfrutar de la fiesta".

Desde horas muy tempranas, la gente comenzó a poblar el cerro. Y con un equipo de picnic completo. Ninguna familia se privó de llevar conservadoras, mate y sombrillas para protegerse del Sol. Y los más precavidos llevaron carpas. "Mi marido recién sale de trabajar y está muy cansado -dijo Marta-. En la carpa va a poder dormir hasta que comience la fiesta".

Pero la siesta le duró poco. Fue hasta que escuchó dos de las palabras que más le gustan: "truco" y "quiero". Los vecinos de la mesa de al lado acababan de comenzar un partido de Truco. El hombre se levantó para participar. Aunque de vez en cuando se desconcentraba por mirar a la rubia de enfrente que había decidido sacarse la remera para tomar Sol.

Pero esa no fue la única distracción durante la tarde en el cerro. Los que ya estaban ubicados, y tomando mate, miraban atentos cómo los más jóvenes ayudaban a bajar a los más veteranos para que no cayeran cuesta abajo. Aunque la ayuda no siempre resultó efectiva. Gladys rodó por el suelo, raspándose los brazos, y echándole la culpa a las ojotas que se puso para no sufrir tanto calor. Pero la caída no pasó a ser más que un susto del que todos se olvidaron rápidamente para seguir con el picnic.